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Arrimadas: de mosquita muerta, nada

La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, en el Congreso. (Foto: www.abc.es / EFE).

MOCIÓN DE CENSURA EN MURCIA

LA CRÍTICA, 10 MARZO 2021 / REDACCIÓN

Miércoles 10 de marzo de 2021
Sorprende -aunque no debería y menos hoy, tan igualitarios todos- constatar que tras una apariencia suave y delicada se escondan los mismos quereres por el poder a toda costa, caiga quien caiga, incluyendo aquellos principios que, en su momento, no hace tanto, sirvieron de escalera hasta el momento de estar a punto de perderla. Arrimadas cambia principios por poder al precio de sus electores.

La cuestión de Murcia -entrega del gobierno regional al Partido Socialista- y los murmullos sobre otras acciones parecidas en territorios donde sus gobiernos lo son por la participación o apoyo de los restos del partido que preside la señora Arrimadas, amén de ser políticamente correctas, muy probablemente serán presentadas por esta señora en sus futuras explicaciones como una aportación necesaria al gobierno global de nuestro moderno Frente Popular, para su mejora, independencia de sus rémoras y moderación, así como un mayor alejamiento explícito del partido que preside el señor Abascal.

Sabiendo, como seguro sabe la señora Arrimadas, que su partido llegará a las próximas elecciones generales bastante mal, y que incluso puede que no llegue, le conviene ir tomando posiciones para salvarse ella y el reducido grupo que forma su plana mayor. Salvarse en el sentido de salvar su continuidad en la vida política al casi más alto nivel así como sus circunstancias, de orden no menor, en las que se incluyen las económicas.

¿Izquierda o derecha? Frente a este dilema el centrismo de la señora Arrimadas lo viene teniendo claro, diríamos que desde su origen. Porque si bien es cierto que en Cataluña enarbolaron la bandera de España frente al independentismo, lo que les abrió la puerta de los demás territorios españoles, en el resto de cuestiones políticas, sociales y económicas siempre han mirado más hacia la izquierda, lo cual es lógico, viendo el origen de sus fundadores, que no es que fueran una escisión del Partido Socialista como tal, pero sí militantes del mismo.

La señora Arrimadas tiene tres años por delante para conseguir sus objetivos y parece tiempo de sobra. En sus cálculos debe contar también con la prolongación del actual Gobierno al menos durante otra legislatura -visto cómo están las cosas en la derecha política-, con lo que siete años son palabras mayores.

La señora Arrimadas debe haberse dado cuenta, por fin, de que su electorado en el territorio nacional no era precisamente aquel al que tenía políticamente derecho sino que lo era circunstancialmente prestado, mientras mostrara un alejamiento claro del Partido Socialista y de sus socios, por más que ella y su grupo de dirigentes pudiera pensar lo contrario. Y, sin electores, pero todavía con cierto poder, su única salida es la que ha iniciado en Murcia.