... Permitidme, antes de llegar a alguna conclusión, que os ofrezca una panorámica general de la situación. Por ejemplo, que la Cámara de los Lores británica ha sido informada de que España, GB y Gibraltar han acordado asegurar el paso continuo por la Verja de todo aquel que lo desee, naturalmente en el sentido de Gibraltar hacia el resto de España. En sentido contrario sólo podrán hacerlo quienes la Alcaldía gibraltareña decida. Los lores británicos se han quedado muy tranquilos por el refuerzo de la soberanía de GB sobre Gibraltar.
Quizás por ello la ministra de Exteriores, González Laya, defendió en el Congreso su “éxito” sobre la firma del acuerdo-marco entre GB y España en la Nochevieja pasada. Reconoció allí que el 15% del PIB del Campo de Gibraltar procede del comercio (de todo tipo) con el Peñón. Dijo también que, si no se hubiera llegado al acuerdo-marco, como Gibraltar mantiene relaciones comerciales con países del Golfo Pérsico, Rusia y China, la colonia podría alejarse de la UE y España (?). Por eso, “España hubiera perdido su capacidad de influencia y control sobre ese territorio (??), al menos por una generación”. Palabras para enmarcarlas en bronce.
Creo que ese acuerdo-marco es una barbaridad porque resulta muy favorable para GB y Gibraltar sin apenas contrapartidas para España. Y supone, por no se sabe cuánto tiempo más, congelar nuestra reivindicación de la soberanía sobre la colonia para lograr nuestra integridad territorial.
Y mientras los colaboracionistas españoles escriben sobre prejuicios y patrioterismo español porque hay quienes reclamamos lo que es nuestro, o que el ministro Fernando María Castiella –que logró que la ONU reconociera a Gibraltar como territorio a descolonizar– fue un ministro filonazi de Franco, el pasado 12 de febrero la prensa de Algeciras comunicaba un nuevo vertido de combustible procedente de Gibraltar y que estaba contaminando toda la bahía. Después de 4 horas de empezar el vertido fue cuando las autoridades de Gibraltar se dignaron comunicar este asunto a las de Algeciras, contraviniendo los convenios internacionales. ¿Qué grupos ecologistas propios salieron a protestar por las ciudades de España por esta contaminación?
Por su parte, el exministro de Exteriores de España, señor García Margallo, ha escrito un libro titulado “Gibraltar, la segunda rendición” en colaboración con quien fue su Secretario de Estado para la UE, Fernando Eguidazu. Dice en él que el acuerdo-marco firmado en la pasada Nochevieja entre España y GB “es un disparate y muy difícil de implementar en la práctica”. Dicho acuerdo revela la falta de interés nacional español y la “irrelevancia exterior” del actual gobierno. Y asegura que “en el momento en que tú renuncias a plantear la soberanía, te estás rindiendo… y estás renunciando a los activos para la siguiente negociación… Lo que no puede ser es que Gibraltar esté mejor con GB fuera de la UE que con GB dentro”.
Estoy de acuerdo con estas ideas. Pero no lo estoy con ese señor en el planteamiento que hizo como ministro cuando ofreció a GB la cosoberanía del Peñón durante 40 años. Porque, después de transcurridos esos años, ¿qué…? ¿Cuál sería la nueva postura de GB? Soy de la opinión de que, cuando dos naciones inician negociaciones para resolver un contencioso que les enfrenta casi permanentemente, hay que elevar el listón desde el principio a lo más alto. Y lo más alto en este caso es recuperar la soberanía de España sobre Gibraltar. Ha de empezarse por ahí para lograr nuestra integridad territorial. Siempre quedaría tiempo para templar o suavizar expectativas. El proceso contrario es generalmente desastroso.
Y no es cierto que GB se haya negado siempre a negociar el tema de la soberanía, sencillamente porque es la única responsable de las relaciones exteriores de Gibraltar. Es más, en la llamada pomposamente “Constitución de Gibraltar” de 1969, GB reconoció el derecho de los gibraltareños a decidir su propio futuro, pero no el futuro del Peñón que es competencia exclusiva del Parlamento británico.
Así, a primeros de 1982, el presidente Calvo Sotelo llegó a Londres para entrevistarse con Margaret Thatcher en pleno proceso de adhesión de España a la OTAN. Allí se habló de Gibraltar y se acordó que se reunieran los ministros de Exteriores, Pérez Llorca y Lord Carrington, para avanzar hacia una solución final. Se iniciaron negociaciones, no conversaciones, de acuerdo con las resoluciones de la ONU. La reunión de ambos se celebraría en Sintra (Portugal) el 3 de abril de aquel año. Pero todo se vino abajo, incluida aquella reunión, cuando el ejército argentino invadió las Malvinas el 2 de abril. Lord Carrington fue destituido de inmediato. La prevista “Declaración de Sintra” no se produjo.
Dos años después, en 1984, cuando España estaba cerca de ingresar en la CEE se presentó una nueva oportunidad. El ministro Fernando Morán y su homólogo Geoffrey Howe acordaron publicar una Declaración sobre Gibraltar en noviembre. Tras diversas reuniones surgió el llamado “espíritu de Bruselas” para iniciar negociaciones sobre el Peñón. Aquella iniciativa tampoco fructificó y menos cuando Morán fue cesado por F. González.
Como bien dices, Aurelio, ni la Seguridad ni la Defensa en España han sido temas que les hayan preocupado, desde 1976, a los partidos políticos. Esos temas no dan votos. Incluso pueden restar. Por supuesto, los sucesivos gobiernos, salvo quizás el de Calvo Sotelo, no han puesto todos los huevos necesarios en la cesta de las reclamaciones para que la ONU hubiera revisado, cuantas veces hubiera sido preciso, sus resoluciones de descolonización de la colonia.
Nuestra soberanía e integridad territorial –y menos a este gobierno socialcomunista de Sánchez/Iglesias– les importa poquísimo, a pesar de la gran oportunidad que se presentó con el Brexit. Tienes razón, Aurelio, en que los gobernantes españoles han confundido el todo con la parte. No es la primera vez que ha sucedido aunque, en este caso, ha sido para mí la más vergonzosa. Y todo por un plato de lentejas.
¿Crees que si se elimina la Verja situada a unas decenas de metros de la pista del aeródromo de la RAF todos los españoles, desde La Línea a La Coruña o desde Algeciras a Gerona, van a poder pasearse por la pista de ese aeródromo o llegar a la cumbre del Peñón con total libertad? Pues hay quienes se lo creen. No sé si también las ministras de Exteriores y Defensa.
Claro que es inaceptable que, en especial estos dos ministerios, no traten con rotundidad el gran problema que plantea la colonia gibraltareña. ¿Qué puede ocurrir si se elimina la Verja? Sencillamente, que la colonización se extenderá más hacia el norte. Pero eso parece que es lo de menos. Lo importante es lograr la estúpida e increíble “prosperidad compartida” con olvido total de lo esencial, nuestra integridad territorial y nuestra dignidad nacional. Aunque habrá quienes me digan que de dignidad no se come. Pero tampoco de indignidad.
Frente a esta gran debilidad del gobierno Sánchez/Iglesias y al colaboracionismo de los muy conocidos individuos que la promueven con entusiasmo en el Campo de Gibraltar, ¿qué puede hacer la UE en sus negociaciones con GB?
La española Clara Martínez Albareda, que trabaja en el asunto de Gibraltar en la UE para la UE, lo ha dejado meridianamente claro. Ha dicho que el Acuerdo con Gibraltar es de gran importancia para Gibraltar y el vecino Campo de Gibraltar (no para España, añado yo), pero no es una prioridad para la UE. Y añadió que al resto de la UE (excepto para España) no le concierne en absoluto este problema.
Con estos mimbres me temo que por muchos años España ha vuelto a perder la oportunidad. Para mí, sin embargo, no el de la perseverancia y el de la autoridad moral para exigir que le restituyan lo que es suyo. Semana tras semana, mes tras mes…
Pero para eso hace falta que algún día haya políticos españoles que tomen este grave asunto como una cuestión de Estado y exista a largo plazo el tratamiento adecuado, sin titubeos ni dando bandazos, para curar la enfermedad.
Un abrazo,