... y si bien su análisis debe centrarse en el momento actual, conviene una rápida visión sobre su evolución a lo largo de la historia para comprender mejor los problemas que hoy plantea.
A lo largo de la historia los hombres se organizaron para defender su vida y sus posesiones y esta lucha constituía una necesidad, que a medida que los humanos se fueron socializando, dio paso a la organización de grupos de combatientes, lo que hay que situar en el origen de los ejércitos. Pero a la vez, los gobernantes descubrieron que esa misma capacidad de lucha podía utilizarse para combatir con otros pueblos y lograr hacerse con sus bienes o conquistar su territorio. Así durante siglos las tribus, naciones o imperios, calificaron sus operaciones bélicas como necesarias para su defensa, aunque se tratara de conquistas o de la destrucción del enemigo.
Preparar estas acciones y, en su caso llevarlas, a cabo era responsabilidad de quien gobernaba, aunque es evidente que durante siglos a ningún súbdito se le ocurría pedir explicaciones a su rey del porqué de su decisión o de si el empleo de sus fuerzas militares había sido la adecuada, lo que fomentó la confusión entre las necesidades de la defensa, con la del empleo de la fuerza para otros proyectos como era el del enriquecimiento, la ampliación del territorio o la solución de agravios, reales o supuestos.
Dos conclusiones se deducen de este rápido recorrido sobre la evolución de las guerras y la defensa de los pueblos: 1.- La capacidad de defensa ha sido y sigue siendo uno de los factores claves en la historia de todas las naciones. 2.- Los ejércitos, nacidos de aquella necesidad han tenido un papel importante en otros muchos proyectos. Y, como corolario, ambas han dado lugar a la confusión sobre el tema de la política de defensa.
A estas consideraciones hay que añadir que la evolución de la sociedad, en especial en las últimas décadas, no permite ya un análisis sencillo de los problemas que afectan a la convivencia de los pueblos. Como bien señala la vigente Directiva la situación de la seguridad mundial ha evolucionado significativamente y hoy hay que hacer frente a amenazas múltiples y cambiantes. Por lo pronto, en las naciones desarrolladas la estructura de los organismos responsables en las distintas áreas es más compleja y sujeta a reglas. Lo que siglos atrás se ordenaba con una carta o una orden verbal, hoy se plantea en documentos basados en estudios y análisis.
En el tema concreto que tratamos, en España hay que partir del documento "Directiva de Defensa Nacional 2020", así como de la Ley de Seguridad Nacional de 2015 y la "Estrategia de Seguridad Nacional de 2017", En la primera, que es la que más directamente afecta a estas reflexiones, se recoge la visión del gobierno sobre las necesidades que en cuanto a seguridad tiene España y cómo decide afrontarlas, yendo más allá de los tres interrogantes clásicos de: ¿Qué hay que defender? ¿De quién hay que defenderse? y ¿Cómo debe defenderse?.
El texto, tras una Introducción que plantea el tema y la necesidad de actualizar las anteriores Directivas, se articula en tres partes: una primera desarrolla "El escenario estratégico", la segunda, las "Líneas generales y objetivos" y la tercera, las "Directrices de actuación". En relación al escenario estratégico apunta los importantes cambios que en los últimos años se están planteando tanto en orden a las nuevas amenazas, al ámbito internacional en el que se plantean los problemas relacionados con la paz y a las nuevas tecnologías que están abriendo áreas de confrontación totalmente nuevas.
Tres temas destacan por su importancia: 1.- La mezcla de problemas relacionados con la Seguridad, que van más allá de los que son propiamente de defensa, 2.- La afirmación de que ninguna nación puede por si sola enfrentarse a las amenazas y riesgos, y 3.-La incidencia de las nuevas tecnologías. El primero apunta que, aun existiendo amenazas estrictamente militares, otras muchas exigen la participación con organismos civiles, como es el caso de la pandemia del COVI 19, o las crisis económicas. El segundo rebasa lo que a lo largo de la historia se solucionaba con las alianzas para las operaciones militares y apunta al papel de los Organismos internacionales como la ONU, la OTAN y la UE. Y el tercero, se relaciona tanto con los medios como con los escenarios estratégicos.
El de "Líneas Generales y Objetivos" contiene 14 apartados, de los que 3 se refieren a cuestiones propiamente nacionales, 4 a objetivos internacionales, 6 están más relacionados con la Seguridad que con la defensa, y 1 con la necesidad de fomentar la cultura de defensa. En el apartado de las Directrices que se plantean para desarrollar una política de defensa, 3 se refieren a puntos estrictamente de defensa, 5 tienen carácter internacional, 6 se refieren más al campo de la Seguridad, y 1 al de la cultura. De la simple lectura del Documento se deduce no solo la complejidad del problema de la Defensa sino también la importancia que tiene para todos los Estados y para el desarrollo y la paz en el ámbito internacional. Por ello, la reflexión sobre los problemas que hoy tiene España en este tema, exige prudencia y limitarse a ser aproximaciones que puedan servir para aclarar y perfilar los Planes que formulan los Organismos responsables.
Respetando estas limitaciones se pueden aportar algunas consideraciones. La primera es la necesidad fomentar los análisis sobre el panorama estratégico, facilitando a las instituciones y organismos interesados la mayor información posible. En este campo la transparencia es fundamental para profundizar en los problemas y poder aportar ideas y soluciones.
Uno de los temas más necesarios es clarificar que factores corresponden en realidad a la Defensa y que otros a problemas de la Seguridad. En la Directiva se afirma que muchos problemas no son exclusivos de Defensa pero que ésta forma parte de los problemas de Seguridad, pero es conveniente definir cara a la sociedad, lo que corresponde a cada una para evitar la confusión que existe en muchos sectores sobre la misión de las Fuerzas Armadas y hasta su razón de ser. De esta confusión nace la paradoja de que, teniendo una alta valoración, muchos sectores apoyan la disminución de los Presupuestos de Defensa, lo que constituye uno de los problemas más importantes hoy para España.
Otra consideración es que la decisión de los Organismos responsables cuando sea necesario intervenir ha de ser clara y contundente. La mayoría de los politólogos recalcan que la defensa de un país es eficaz en la medida que la decisión del gobierno correspondiente demuestre su decisión de actuar y que ésta quede demostrada con las declaraciones y ordenes que en cada caso se hagan. En este orden no deja de ser preocupante que en España el tema de la defensa prácticamente no aparezca ni en los debates en las Cortes ni en los programas de los partidos políticos.
Por último, y aunque parezca una paradoja, es posible que la llamada "amenaza" del COVID-19 puede servir para revalorar la importancia de los ejércitos e impulse a una reflexión colectiva sobre las necesidades de disponer de Planes de Defensa adecuados y con la capacidad necesaria para ser eficaces, esto es, con los medios humanos y materiales necesarios.