... La evangelización, sin embargo fue una intervención providencial y amorosa porque la gracia de Dios triunfa siempre sobre el pecado humano, esta fue la respuesta que dio a la carta escrita por 500 curas que pedían al Papa un compromiso eclesial más solícito a favor de los indígenas. El papa San Juan Pablo II valoró también la defensa que el obispo de Chiapas, el dominico Bartolomé de las Casas, hizo de los indios contra la avaricia de algunos aventureros codiciosos.
El Papa Francisco, en la misma línea de San Juan Pablo II, pidió perdón por las ofensas y los pecados de algunos hijos de la Iglesia pero reclamó también que se recuerde el grandioso testimonio de miles de obispos, sacerdotes religiosos, religiosas (franciscanos, dominicos, jesuitas, carmelitas, agustinos) quienes durante siglos, e incluso hoy, consagraron y consagran su vida al Evangelio, la auténtica revolución. Como dice el Papa Francisco siguiendo a San Juan Pablo II hubo pecado y por eso pedimos perdón, pero allí sobreabundó la gracia por medio de hombres y mujeres que defendieron la justicia y la dignidad de los indios hasta ser martirizados. El Papa Francisco en la gran misa celebrada ante cientos de miles de personas, vistió en Bolivia una casulla con motivos indígenas como lo hizo San Juan Pablo en México.
Otra cuestión muy diferente en la leyenda negra que los enemigos de España han confabulado y que algunos españoles desmemoriados y/o papanatas repiten como loros, sin más, avergonzándose de la ingente labor social, cultural, intelectual, educadora, religiosa que la Iglesia Católica y España dejaron en todos los países, como se manifiesta en el viaje del Papa Francisco a Bolivia, Paraguay y Ecuador que no serían lo que son hoy sin la herencia española. La leyenda negra contra la ingente labor de España y la Iglesia Católica en Hispanoamérica, impuesta a sangre y fuego por la masonería, ha sido rechazada enérgicamente por uno de los más famosos filósofos de la historia, nada sospechoso por no ser católico Arnold Toynbee, cuando afirma: “en lugar de que los indígenas aprendieran el español, los misioneros aprendieron sus lenguas y lo hicieron con tanto vigor y decisión que dieron gramática, sintaxis y transcripción a idiomas, que en muchos casos, no habían tenido hasta entonces forma escrita. Felipe II ordenó: No parece conveniente forzar a los indios a abandonar su lengua natural: sólo habrá que disponer de unos maestros para los que quisieran aprender, voluntariamente, nuestro idioma”.
Resulta sorprendente que mientras algunos clérigos se lamentan hoy de la gran labor evangelizadora de los misioneros españoles durante siglos y que dieron frutos incontestables como fueron los del gran franciscano Junípero Serra, el apóstol de California, vean impasibles cómo sectas protestantes con proselitismo basado en el dólar les arrebatan cientos de miles de fieles católicos.
Mientras otros países saben vender su terrible labor colonizadora y explotadora de indígenas, España y la Iglesia parece que tienen que pedir disculpas, no sólo por sus sombras, pocas, en comparación con sus muchas luces: el viaje del Papa Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay, es la mejor prueba. Fue en Paraguay en la última reducción jesuítica donde realizó la alabanza más grande a España, oficiando una misa en la Lengua de Santa Teresa y Cervantes.
Fidel García Martínez
Catedrático Lengua Literatura, Doctor Filología Hispánica