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Buena paradoja resulta de la actuación del Gobierno de España, defensor el que nos toca a ultranza del Estado Autonómico, que por el contrario parece dejar que se cuezan estos peculiares entes regionales en su propio caldo para, finalmente, salir al esperado paso con alguna solución global aunque tardía, salpicada, eso sí, de prepotente soberbia.
Los niños españoles, los ciudadanos españoles, tienen derecho a una gestión de la crisis provocada por el Covid-19 acorde con los recursos y el conocimiento de un Estado como España. Tienen, tenemos derecho a una clase política que por una vez justifique su razón de ser administrando esos recursos y conocimiento en lugar de jugar a las casitas con ellos, ante nuestra pasmada mirada.
Lamentablemente, ni siquiera la Historia les pedirá cuentas, al no ser esta ya reflejo de nuestro pasado sino que, por razones y mecanismos que se me hacen incomprensibles, está viniendo, ha venido a ser, un relato, un conjunto de relatos soñados y ajenos a la realidad.