... Son muchos los que desde hace años vienen socavando la integridad de su figura por razones diversas desde ambos lados de la frontera ideológica que divide a los españoles, yendo estas razones desde la falta de protagonismo de unos porque así es la Historia -monárquicos de pedigrí- al ansia de protagonismo de otros que, salidos real o imaginariamente de la lucha antifranquista, mueren de rencorosa envidia al carecer de su ansiado escaño vital al final, casi ya, de sus atropelladas vidas.
No aciertan quienes separan por principio a las Instituciones de quienes las representan. Del mismo modo que el resto de los poderes que son pilares del Estado, como el Poder Judicial, el Legislativo y el mismo Ejecutivo, caen en el aprecio de los ciudadanos cuando sus representantes se comportan sin la corrección debida y esperada, la Monarquía no es una excepción. Por lo que el esfuerzo del Rey Felipe VI por recuperar ese aprecio ha de ser monumental al tener al mismo tiempo que salvar los empujes de esa importante parte de la sociedad española a que al principio hacía referencia.
¿República o Monarquía? Las escasas experiencias republicanas en España no han sido muy positivas, lo que no determina que no lo fuera una nueva. Pero, ¿ese es el problema en realidad? Más parece esa cuestión, el cambio de Régimen, el último peldaño de esa escalera que puso en pie el hoy expresidente Rodríguez Zapatero y por la que subimos desde entonces, comenzando por darle la vuelta a nuestra Historia reciente, siguiendo por la anulación, uno a uno, de los esfuerzos y resultados de esa Historia, para retrotraer finalmente nuestras vidas a esos años treinta del pasado siglo, para cada vez menos ciudadanos de infausto recuerdo. Y quizá por esta última razón meta tan posible de alcanzar hoy.