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Impacto y repercusión del coronavirus en las Fuerzas Armadas

(Foto: www.ConfidencialDigital.com)

LA CRISIS DEL CORONAVIRUS Y LAS FAS (1)

LA CRÍTICA, 12 JUNIO 2020

Francisco José García de la Vega | Viernes 12 de junio de 2020
Después de varios meses, hemos superado lo peor de la crisis sanitaria del Covid-19. Las Fuerzas Armadas (FAS) han contribuido a superar esta grave situación. Han demostrado ser un instrumento valioso en apoyo de la acción del Estado, más allá de lo que son sus misiones constitucionales. (...)

... Después de varios meses, hemos superado lo peor de la crisis sanitaria del Covid-19. Las Fuerzas Armadas (FAS) han contribuido a superar esta grave situación. Han demostrado ser un instrumento valioso en apoyo de la acción del Estado, más allá de lo que son sus misiones constitucionales.

Lo ocurrido nos deja marcados por la pérdida de muchas vidas humanas y, hasta ahora, aturdidos por la sensación generalizada de la falta de un conocimiento experto sobre su origen, su propagación, sobre cómo combatirlo, y más aún, sobre la forma de llegar a inmunizarnos. En el siglo XXI la Humanidad ha acusado recibo de su vulnerabilidad ante esta situación inesperada. Habrá que esperar y confiar en que la ciencia y las autoridades sanitarias a nivel internacional finalmente encuentren soluciones. Como consecuencia, sin saber cuándo se despejarán estas incógnitas que condicionan el escenario futuro, estamos inmersos en una crisis económica y social sin precedentes en los últimos ochenta años de nuestra historia. La duración de esta crisis y sus consecuencias reside en la incertidumbre sobre el carácter estacional, la agresividad y la posibilidad de rebrotes o mutaciones del virus que “condicionan” el regreso a nuestra forma de vivir anterior.

Llegados a este punto, cabe preguntarse si el regreso a la vida anterior es posible ante un escenario optimista en que la pandemia quede neutralizada pronto, ya sea por una vacuna eficaz, o por una desaparición tan sorprendente como lo fue su llegada, dejando solo un recuerdo para la historia en números trágicos de fallecidos y una recuperación económica lenta sin traumas sociales. Todo volvería lentamente a donde estábamos.

Aunque fuera deseable no está claro que el escenario geopolítico vuelva a ser el mismo. Los cambios en la situación económica mundial lo hacen improbable: La desestabilización económica será profunda y duradera. El papel de las Potencias Mundiales en los últimos tres meses EEUU, China, Rusia y la Unión Europea nos deja expectantes sobre sus consecuencias. China, “origen” de la pandemia parece salir reforzada por su control y colaboración posterior. El liderazgo de los EEUU no ha dado la talla aislándose, pero su economía repunta la primera y compite por la supremacía tecnológica con la de China. En la UE está por ver como resuelve su solidaridad interna debido a desequilibrios entre el norte y el sur; de momento se ha subrayado la importancia de las fronteras .Los equilibrios de poder han sido afectados por esta pandemia. Frente a la globalización de las últimas décadas los Estados ganan protagonismo y buscan autonomía, la autarquía resurge. Hay relocalizaciones industriales por intereses nacionales. Algunos Estados saldrán reforzados en su prestigio internacional por su gestión y otros no. Hay asimetrías en los efectos de la pandemia que contribuirán a desequilibrios económicos con consecuencias negativas. El terrorismo en zonas del Sahel, zona subsahariana y tensiones en Oriente Medio crecerán. El crimen organizado y los movimientos migratorios ilegales seguirán siendo un problema de primera magnitud para la UE.

Muchas cosas cambiarán después de lo sucedido; más aún si añadimos la agenda relacionada con el cambio climático y la transición energética. Por supuesto, todo tendrá impacto en las FAS que deberán adaptarse en un futuro de cambios e incertidumbre. Para ser más exacto de cambios para hacer frente a la incertidumbre. Estos cambios deberían ser para poder responder mejor a situaciones críticas como esta pandemia, entre otras.

De hecho, pocas instituciones están tan habituadas y preparadas para el cambio como las FAS y además saben de dónde le llegarán. Los cambios conceptuales sobre estándares militares y adaptaciones a la nueva situación se elaboraran en la OTAN y la Unión Europea. El papel que España quiera jugar como socio solidario y comprometido en ambas y su Nivel de Ambición para participar en Operaciones multinacionales, incluida la ONU, determinan una parte de los recursos necesarios.

La misión constitucional de garantizar la soberanía nacional y defender su integridad territorial exige recursos valiosos para, por ejemplo, ejercer de forma permanente la vigilancia, el control y la respuesta en nuestro espacio aéreo y tiene poca visibilidad pública. Aunque la Unidad Militar de Emergencias salga reforzada de lo ocurrido, si el conjunto de las FAS sufre una disminución importante de recursos habremos dado un paso atrás para enfrentarnos a situaciones futuras similares.

Desde el año sesenta y ocho, he sido testigo de una reconversión de las FAS sin parangón en España. Del medio millón de efectivos de entonces, hemos pasado hoy a los ciento veinte mil que incluyen el Ejército de Tierra, el Ejército del Aire, la Armada, la UME y los Cuerpos Comunes. A pesar de ello las capacidades tecnológicas han hecho a las FAS capaces de hacer más y mejor sus tareas con menos efectivos y las ha situado en interoperabilidad, prestigio y calidad a la altura de las mejores del mundo. No es mi opinión. Ha sido demostrarlo en evaluaciones de la OTAN donde se someten a pruebas de estándar y estrés. También se ha demostrado en los ejercicios y en las operaciones combinadas internacionales donde hemos participado. Hablamos de calidad y de la valoración que merece el soldado, el aviador y los marinos españoles. Lo que se pierda en capacidad o calidad tiene una recuperación costosa o incluso irreversible, pues hay que partir de cero para entrenamiento y formación y si se carece impide intervenir en operaciones multinacionales a la altura de los demás.

En los últimos doce años, como consecuencia de la crisis económica se ha producido una disminución de recursos en inversiones y sostenimiento que, con una de vuelta de tuerca más, situarán a las FAS en una situación límite para cumplir sus misiones y compromisos internacionales tal como lo hacen hoy. La falta de inversión hace que determinados sistemas y capacidades, con fecha de caducidad, tengan difícil sustitución al no poderse financiar programas nuevos a medio plazo. Por ejemplo, la disminución del sostenimiento sitúa el nivel de entrenamiento en un 30% inferior al de hace doce años en horas de vuelo.

Creo que merece la pena poner en valor una institución apreciada por la sociedad y, sin embargo, desconocida en algunos de sus aspectos fundamentales. Como se ha demostrado en los últimos meses, las FAS son un instrumento multipropósito flexible en manos del Gobierno para complementar y reforzar la acción del Estado donde y cuando se necesite. Sus estructuras de mando, control, comunicaciones e información; sus capacidades logísticas y de gestión y unos efectivos formados en un sistema de valores que les dan máxima disponibilidad, entrega y abnegación en cualquier circunstancia por adversa que sea, las hacen importantes y a veces insustituibles. No hay que olvidar que esta institución jerarquizada, disciplinada y unida ha de estar preparada para actuar en el combate, que es el escenario donde lo inesperado y catastrófico es lo habitual

Ante el período de estrechez económica que se avecina, plantear el viejo dilema entre “Cañones o mantequilla” para justificar recortes con consecuencias irreversibles, es partir de en un supuesto falso de la cuestión, pues sin la Seguridad que proporcionan las FAS no hay garantías de progreso ni de desarrollo.

Las FAS son mucho más que cañones, tanques, aviones y barcos. Los recursos para las estructuras de Mando, las capacidades tecnológicas, los efectivos y los conceptos y estándares de funcionamiento vienen determinados por la Misión y la Situación en que se desarrollará. Actualmente en las FAS no hay margen para optimizar más los recursos sin disminuir los objetivos sensiblemente.

Por cierto, la Estrategia de Seguridad Nacional en vigor, ya señala los brotes epidémicos como un riesgo a nuestra seguridad, acentuado por las dimensiones del turismo que recibimos, la edad de la población y un clima propicio a su propagación y añade la necesidad de planes que aseguren la coordinación de las administraciones implicadas a nivel nacional e internacional. La Unión Europea en su Estrategia Global contempla una situación de riesgo similar. No obstante fuimos sorprendidos.

Aceptemos las lecciones aprendidas del error como una oportunidad para asegurar una respuesta mejor en el futuro. Reconozcamos a nuestras Fuerzas Armadas como un instrumento eficaz e insustituible para vencer en futuras crisis. Dotémoslas de los recursos necesarios para su servicio a España de acuerdo con el papel que ésta debe ocupar en el Mundo.

Francisco José García de la Vega

General del Aire(R)

MILREP OTAN-UE (2003-2004). JEMA (2004-2008).