Ayer día 27 el proceso iniciado hace unos años por los independentistas catalanes dio un gran paso, acortando los plazos que diera Felipe Puig en septiembre de 2010, y que cifraba en ocho años la llegada de la independencia, como fruta madura que se cae sola del árbol español.
Han pasado por tanto cinco años desde el anuncio del señor Puig y según sus cálculos deberían faltar tres. Visto lo visto ayer día 27, mucho nos tememos que los secesionistas, alentados por los resultados y a pesar de su prometida prudencia y sometimiento a las leyes, nos sorprendan más pronto que tarde con un atajo tal que la declaración unilateral de independencia o algo así. Ya veremos, también más pronto que tarde.