... Conocíamos las Memorias de ultratumba (1848) de Chateaubriand, y las Memorias del subsuelo (1864) de Dostoievski. Quizás nos falta por conocer las “memorias desde el sótano” de Joe Biden, con su aparentemente incoherente “diálogo interior”. Para Chateaubriand el sueño (y para nuestro Goya, “El sueño de la razón…”) produce monstruos. Para Dostoievski (y para Gogol, Diario de un loco) el sueño y el delirio producen el socialismo utópico (en sus respectivos tiempos el socialismo “científico” solo era un proyecto minoritario). Una cuestión previa a dilucidar, más bien como curiosidad, es si Biden está soñoliento o si está senil.
De momento los medios progresistas y las encuestas le son favorables. A medio año de las elecciones que tendrán lugar en Noviembre algunos sondeos le dan ventaja sobre Trump, aunque esas mismas encuestas en los mismos meses de 2016 le daban el doble de ventaja a Hillary Clinton y… ya se sabe lo que ocurrió.
Al menos creemos que no es un socialista utópico o científico como algunos de sus rivales en las elecciones primarias del Partido Demócrata (democráticamente descarrilados en la carrera, afortunadamente para el “excepcionalismo americano”) aunque, presionado por la actual base electoral y el comité dirigente del partido, el ex senador de Delaware y ex vicepresidente de Obama ha evolucionado hacia posiciones muy a la izquierda. Por ejemplo, el influyente congresista negro de Carolina del Sur que lo avaló tras el fracaso en las primeras primarias, Jim Clyburn (House Majority Whip), comentó a propósito de la crisis del coronavirus que había “una tremenda oportunidad de re-estructurar las cosas para adaptarlas a nuestra visión.” Un comentario y una visión típicamente izquierdistas.
Joe Biden ha cultivado toda su vida política una imagen de demócrata moderado y centrista en la tradición de John F. Kennedy. De hecho se integró en el club de senadores católicos con ancestros irlandeses en la Costa Este, como el propio JFK y sus hermanos Robert y Edward Kennedy, Daniel Patrick Moynihan de New York, Chris Dodd de Connecticut, John Kerry de Massachusetts, y Jack Reed de Rhode Island. Hay que recordar que fue cooptado a vicepresidente con Obama por el clan Kennedy, concretamente por Carolina Kennedy, encargada de hacerlo tras el mitin masivo de 2008 en Boston en que dicho clan apoyó al candidato afroamericano en las primarias frente al rival clan Clinton y su candidata, la esposa del ex presidente.
Biden, que se había presentado como candidato a la Presidencia en dos ocasiones para las primarias del Partido Demócrata (en 1988 y en 2008) aunque nunca fue capaz de obtener más del 1 por ciento de los votos, poco antes de su cooptación había cometido el más famoso de sus “gaffes” racistas al referirse a Obama como “un afroamericano educado, articulado, limpio y guapo”.
La gran ironía es que en estas elecciones primarias la mayoría de los candidatos –que ahora se han retirado y avalan (junto a Obama y Hillary Clinton) la candidatura de Biden- eran candidatos “anti-Establishment”, algunos incluso “socialistas”, y todos muy “feministas”. Resulta que Joe Biden es el epítome del político “Establishment”, el “insider” por antonomasia (más de 40 años en Washington DC: 7 mandatos seguidos de senador y 2 de vicepresidente). Ya sabíamos de su manía de tocón y besucón de las mujeres, pero en el caso Tara Reade está revelando un carácter machista increíblemente torpe y vulgar (por ejemplo, dirigiéndose a su víctima con “C´ mon man, I heard you liked me”), que desde luego tiene precedentes conocidos en otros líderes del Partido Demócrata como los hermanos Kennedy y el ex presidente Clinton.
Mientras Donald Trump se presenta como el candidato más claramente Pro-Life de la historia reciente, Biden y todos los dirigentes nacionales o estatales Demócratas (por ejemplo, los casos de los “católicos” Nancy Pelosi y Andrew Cuomo) apoyan firmemente el aborto. El obispo de Scranton (Pennsilvania), ciudad donde nació Biden, le “excomulgó” precisamente por defender la interrupción de la vida en el nasciturus.
Biden ha resultado “gaffe” y ”gafe”, en el doble sentido (en inglés y en español): como bocazas metepatas y como generador de situaciones inoportunas o inconvenientes. Precisamente en la era del “MeToo” y del distanciamiento social por el coronavirus, el excesivo tocón Biden es acusado también del mayor delito contra una mujer. El caso Tara Reade, pese al mutismo de los medios progresistas, será un peso más al considerable lastre que acompaña al ex senador y ex vicepresidente. Acusaciones reiteradas de plagios que le persiguen desde la universidad hasta las primarias de 2008 y discursos recientes, y asimismo sospechas acerca de comisiones y cargos millonarios de su hijo Hunter Biden en asuntos relacionados con Ucrania y con China durante la administración Obama-Biden.
Desde un punto de vista estrictamente político, Biden tiene ciertos problemas que aflorarán en los próximos meses cara a la elección en Noviembre, acerca de su posicionamiento respecto a China y la responsabilidad del régimen comunista en la criminal pandemia del coronavirus, según inquietantes informaciones adelantadas por el senador Tom Cotton (valiente crítico de China en toda esta crisis) en el sentido de que Biden ha estado más del lado del gigante asiático que de los Estados Unidos (“Joe Biden is the China´s Choice for President”, NR, March 11, 2020). ¿Es el “Tío Joe” un nuevo Manchurian Candidate? Puede, pero sería más bien un Soñoliento Candidato Manchú, según demostró dando cabezadas –como todo el mundo pudo ver en televisión- mientras recibía el aval de Hillary.