Pilar Riestra Mediavilla

San Isidro Labrador y el coronavirus

San Isidro Labrador © Real Asociación Española De Cronistas Oficiales. (https://es.zenit.org/)

LA CRÍTICA, 27 ABRIL 2020

Pilar Riestra | Lunes 27 de abril de 2020
Unos días antes de que se declarase, debido a la pandemia del coronavirus, el Estado de Alarma en España, muchas familias hicieron un enorme acopio de alimentos no perecederos. Pero declarado el Estado de Alarma en el que se permitía ir a la compra, las familias requirieron, sobre todo, alimentos frescos. Nuestros agricultores se portaron ejemplarmente y entre ellos estaría Isidro, porque de su bula de canonización pueden fijarse como características de san Isidro, (...)

... el espíritu de trabajo armonizado con una intensa vida de oración, la fidelidad a sus amos, la humildad, la sencillez, la amabilidad con todos, junto a su fortaleza para sufrir las injustas acusaciones y defender su honradez perdonando a sus acusadores, así como su gran amor para con los pobres y necesitados, a quienes diariamente hacía partícipes de su comida.

Nació Isidro hacia el año 1082, en la villa de Madrid, perteneciente a la diócesis de Toledo, porque en el siglo Xl Madrid apenas tenía importancia. Vivió el final del tiempo más penoso de la historia de la Iglesia, el llamado “Siglo de Hierro” o “Siglo Obscuro”, y puesto que murió, ya muy anciano, el 30 de noviembre de 1172, tuvo ocasión de conocer, entre otros acontecimientos relacionados con la Iglesia: la fundación de la Cartuja por san Bruno y la de Claraval por san Bernardo; también la fundación de las Órdenes de los Templarios y de los Hospitalarios; el fin de la llamada “guerra de las investiduras”, los Concilios ecuménicos l y ll de Letrán; la primera cruzada con la conquista de Jerusalén, la segunda predicada por san Bernardo, e incluso tendría noticia todavía del martirio de Sto. Tomás Becket, ya en 1170.

Por lo que se refiere a España, Isidro vivió bajo los reinados de Alfonso Vl y Alfonso Vll y debieron llegar a sus oídos las hazañas del Cid, la conquista de Valencia y la leyenda, reproducida en el Romance de la Jura de Santa Gadea, según la cual, al atribuirle, de manera indirecta, a Alfonso Vl, el asesinato de su hermano Sancho ll de Castilla, hubo de jurar ante el Cid que no había tomado parte en dicho asesinato.

Lo que conocemos de la vida del futuro san Isidro es, sobre todo, a través de la biografía de Juan Diácono, del siglo XIII, que escribió Vita Sancti Ysidori (Ysidorus Agricola), en la que sólo deja referencia de cinco milagros de los muchos que se le atribuyeron en vida. Lo bautizaron en la antigua parroquia de San Andrés, con el nombre de Isidoro (Isidro es síncopa de Isidoro), quizá en recuerdo del arzobispo de Sevilla. Además, gracias al poema que sobre él escribió Lope de Vega, cantando en verso lo que Juan Diácono escribió en prosa, conocemos los nombres de los colonos mozárabes que fueron sus padres: Pedro e Inés.

La pobreza de la familia de Isidro debió de ser tan acusada que, Isidro, apenas terminada su niñez, hubo de trabajar como pocero y bracero al servicio de la familia Vera. Ya entonces, siendo apenas un adolescente, según el papa Gregorio XV “nunca salió para su trabajo sin antes oír, muy de madrugada, la santa misa y encomendarse a Dios y su Madre santísima”. En su trabajo se gana la confianza y la simpatía de su amo, lo que provoca la envidia de los otros trabajadores, que le calumnian. Isidro, defiende con fortaleza su honradez y además, para que no recaiga ningún castigo sobre los calumniadores, hace ver que no hay mala intención, que no se trata de una calumnia, sino de un “malentendido”.

Ahora bien, Madrid se encontraba en la Extremadura castellana, que hacía frontera con los musulmanes, por lo que cuando Alí ibn Yusuf presionó con sus almorávides, muchos campesinos se desplazaron, entre ellos, Isidro, que llegó a Torrelaguna, donde conoció a la que fue su esposa, una joven de Uceda, Toribia, la futura santa María de la Cabeza (su apellido no era Cabeza, sino que su cabeza se llevó, como reliquia, a una ermita, cerca de Torrelaguna), de la que tuvo un solo hijo, Illán, también santo.

Al volver a Madrid fue contratado por Juan Vargas del que también se ganó su simpatía y tuvo que hace frente a muchas maledicencias. No obstante, convenció a Juan Vargas de su honradez al punto que su amo depositó en Isidro su total confianza. Murió con fama de santidad y desde su fallecimiento, el pueblo de Madrid mostró una gran devoción hacia el futuro santo.

Su beatificación no se produjo hasta el siglo XVII, cuando el rey Felipe III atribuyó su propia curación a la intercesión de Isidro, por lo que solicitó su beatificación y en efecto, el papa Pablo V lo beatificó el 4 de junio de 1619 y apenas tres años después lo canonizó Gregorio XV.

Su festividad se celebra el 15 de mayo porque fue la fecha en la que se encontró su cuerpo incorrupto. “Su cuerpo incorrupto se conserva en la Colegiata de su nombre en Madrid, y el arcón donde secularmente estuvo depositado se visita en la catedral de Nuestra Señora de la Almudena en la capital de España. Goya tuvo el buen gusto de pintarlo en obra que se puede contemplar en la Biblioteca nacional.” (Francisco Pérez González, Dos mil Años de Santos, Ediciones PALABRA, 2001, p.566).

Donde quizá esté mejor recogida y sintetizada la espiritualidad de san Isidro es en su Misa: Oración colecta: “Señor, Dios nuestro, que en la humildad y sencillez de San Isidro Labrador nos dejaste un ejemplo de vida escondida en ti, con Cristo; concédenos que el trabajo de cada día humanice nuestro mundo y sea al mismo tiempo plegaria de alabanza a tu nombre”. Oración sobre las ofrendas: “Acepta y santifica, Señor, estos dones de pan y de vino, fruto de la tierra que cultivó San Isidro Labrador regándola con el sudor de su frente”. Oración después de la comunión: “Te pedimos, Señor, que el alimento santo que hemos recibido sea en nosotros siembra prometedora de cosechas abundantes de caridad, para que, a imitación de San Isidro, cuya memoria hemos celebrado, sepamos compartir nuestro pan de cada día con nuestros hermanos los hombres”.

Termino poniendo de manifiesto, no sólo el especial recuerdo y protagonismo estos días, debido al coronavirus, para los que trabajan en el campo tal y como hizo nuestro santo durante toda su vida, sino el hecho de que san Isidro es el primer seglar casado elevado a los altares, tras el exigente proceso de canonización instruido por la Congregación de Ritos.

Pilar Riestra