... El retrato psicológico del personaje lo hace magistralmente Hitchcock mostrándonos a un tipo apuesto, tímido, que se va cargando a la gente, incapaz, con su doble personalidad de darse cuenta de la realidad.
No quiero insistir en los parecidos, más en esta época de muertos, porque mi intención es centrarme en los conceptos de incapacidad e incapacitación, sea por psicopatía, por carencias innatas o adquiridas - cosa que no viene a cuento- y qué se puede hacer al respecto.
En una de sus definiciones incapacidad es: “Carencia de condiciones, cualidades o aptitudes, especialmente intelectuales, que permiten el desarrollo de algo, el cumplimiento de una función, el desempeño de un cargo, etc.” No seré yo el que diga que ese político es incapaz. Juzguen ustedes mismos a la vista de la gestión de los dramáticos hechos presentes y pasados con bandazos que solo buscan popularidad entre un coro de otros más incapaces aún de los que se ha rodeado.
Pero ¿qué se puede hacer con los incapaces? En el mundo real está claro: Incapacitarles. Contra la incapacidad incapacitación.La incapacitación judicial es una figura pensada para proteger a las personas cuando alguien ha perdido el juicio y puede ser un peligro para los demás y también para ellas mismas. La incapacitación protege en primer lugar al demente pues al lado no faltará el que quiera aprovecharse sacando tajada.
En la vida pública las cosas son más complejas. Si el incapaz está en su cargo por elección y se ha blindado oportunamente, ni siquiera los que le eligieron podrán instar la incapacitación. Es muy difícil –siguiendo el símil de la incapacitación civil por vía judicial- que en su familia -política se entiende- haya unanimidad para promoverla pues alguno habrá que se opondrá por estar sacando beneficio.
Si la familia cercana no lo va a hacer, mucho menos los menos allegados, pobres confinados del “Motel Bates” que van cayendo lentamente, estos sí, verdaderos incapaces de hacer otra cosa más que aplaudir puntualmente a las ocho.