Si alguien podía pensar que esto era un alegato a nuestros políticos cuya obligación es cuidarnos que pierda toda esperanza ya que si algo ha demostrado esta crisis del COV-19 es que los políticos solo se cuidan a sí mismos. Actúan –al menos a los que tenemos que sufrir– a destiempo siempre pensando en arañar unos votos tras cada ocurrencia arrancada por petición popular como si de un trofeo taurino se tratase.
La necesaria pero tardía declaración del Estado de Alarma no se hubiera llevado a cabo aún si no fuera porque mucho antes algunos ciudadanos empezaron a tomar medidas profilácticas gracias al sentido común y a las informaciones que por otras redes sociales menos manipuladas que la TV recibían. También a través de esas redes empezaron las primeras protestas y reclamaciones. A continuación, ante la espiral de casos, la Comunidad de Madrid dio las primeras normas con la oposición de un débil gobierno comunista-separatista más pendiente de contentar a socios y colectivos minoritarios que en proteger al grueso de la población.
Por eso ni el más mínimo agradecimiento a este gobierno de pacotilla que lejos de cuidar de nosotros ignora y descuida a los que tienen que cuidarnos. No cuela el que el ¿Presidente? se deshiciera dando gracias a los profesionales de servicio público al final de su amañada intervención televisiva. Los hechos recientes demuestran que le importan un bledo tanto los profesionales sanitarios como los voluntarios, cuidadores profesionales, fuerzas y cuerpos de seguridad, militares, funcionarios y cualquier otro trabajador privado que realizan funciones de servicio público –que son muchos– y sin los cuales la convivencia e incluso la supervivencia sería difícil. A unos y a otros ha ido despachando con promesas incumplidas de equiparación salarial, seguridad en el puesto de trabajo, reconocimiento profesional, sueldos dignos, etc. etc.
Para colmo unidades básicas de contingencia, tanto farmacéuticas como sanitarias o logísticas de carácter militar –vitales en situaciones de crisis– o bien han sido suprimidas o son ineficaces por falta de un presupuesto que ha ido a parar a organizaciones afines al gobierno o directamente al bolsillo de “claqueteros” televisivos.
Esta pasada noche me emocioné viendo en los balcones de mi barrio a cientos de vecinos en un aplauso de homenaje a los que nos cuidan. Se está repitiendo este aplauso pero con más intensidad y acompañado de bocinas y algún maldito petardo ahora mismo, a las ocho de la tarde. Tengan por seguro que el primer aplauso es para nosotros mismos, primeros cuidadores de que el virus no se propague cumpliendo las más elementales normas de higiene y profilaxis por todos conocidas. Así y todo en una esquina del parque que llego a divisar quedan cuatro jóvenes menores de edad compartiendo mocos y porros. Tal vez la insensatez no sea de ellos solamente.
Cuidar a los que nos cuidan arriesgando su vida en ello es fundamental aunque solo sea con el agradecimiento de unos aplausos testimoniales que nunca podrán compensar los excesos de jornada extra no computada.
Me pregunto cuál sería el sentido de esta manifestación –ahora de afecto– si el signo político del gobierno fuera distinto. Quizás también saldríamos al balcón empujados por anuncios subliminales en televisiones pero para golpear cacerolas gritando “asesinos, asesinos” y tendríamos claro que el gobierno de turno lo había hecho tarde y mal llevándose muchas vidas de por medio.
Por ello y ya que el Gobierno no los cuida me uno al aplauso colectivo y brindo por todos aquellos que nos cuidan tanto públicos como privados y que son tantos que resulta imposible nombrarlos a todos. Pero quiero reservar estos últimos párrafos para enviar un sentido homenaje a un colectivo de cerca de 14.000 trabajadores cualificados, casi siempre operando en empresas privadas al servicio de las distintas administraciones y que son ignorados en los agradecimientos extensos que en los medios se hace, agradecimiento que alcanza desde los dignísimos limpiadores y recicladores, pasando por auxiliares, celadores, técnicos, enfermeros y un largo etc., hasta llegar a los más altos especialistas e investigadores. Son los Técnicos en Emergencias Sanitarias (TES) y Técnicos enTransporte Sanitario (TTS).
Si, esos trabajadores con chalecos chillones, siempre unidos a una ambulancia o camilla, con una formación profesional perfectamente reglada que siempre están ahí aunque no salgan en la foto y que son un eslabón fundamental en el esquema sanitario. Sí, ellos son –sobre todo cuando están adscritos a emergencias extra-hospitalarias– los primeros en llegar, asistir y en muchos casos salvar vidas aplicando los auxilios básicos para los que están entrenados. Va por ustedes, los primeros en recibir nuestras miasmas, patógenos y a veces hasta el olvido.