... En este nuevo contexto estratégico, la competencia geoestratégica tanto entre las potencias de primer orden como entre las de segundo orden se libra en cuatro grandes dilemas geopolíticos: a) Quién liderará el mundo en los próximos años; b) Como y cuando se alcanzará la estabilidad en el eje Mar Blanco-Mar Negro; c) Qué actor o actores resolverán el laberinto de enfrentamientos en Oriente Medio, y d) Cual será la solución a la rivalidad estratégica chino-japonesa, al arsenal nuclear de Corea del Norte o a las tensiones en el Mar de China Meridional en el Este de Asia. La solución a cada uno de ellos tiene importantes repercusiones en la seguridad internacional.
En el caso del gran dilema de Oriente Medio, por una parte, estamos hablando de una región en que los estados regionales tienen intereses confrontados, impregnada de un medio hostil e inseguro en el que predomina el conflicto y donde existen constantes amenazas de grupos no estatales y terroristas. Por otra, está sujeta a fuertes presiones de actores internacionales con diferentes intereses en el área que dificultan la ya complicada situación bélica regional.
En el orden estatal, los principales actores regionales actuales son Arabia Saudí, Irán, Israel y Turquía, sin olvidar a Egipto cuando recobre su estabilidad y seguridad interna. Cada uno de ellos tiene sus propios intereses geopolíticos en la región en busca de poder alcanzar una parcela o la totalidad del liderazgo geopolítico regional y, en otra dimensión, la primacía por el dominio y control de la religión musulmana.
En el campo geopolítico, a nivel regional, existen dos posturas enfrentadas tomando como referencia el propio poder del actor apoyado por las diferentes alianzas conseguidas, a pesar de que cambian de vez en cuando, que marcan las fuerzas geoestratégicas que imperan en Oriente Medio.
Así, Irán ha conseguido establecer un conjunto de alianzas en la zona que conforman el eje o alianza chií formado por el propio Irán, Siria, el grupo Hezbollah de Libano, el grupo rebelde huti de Yemen y las milicias chiíes de Irak, Afganistán y Pakistán. Es decir, Irán con el apoyo del llamado “eje de la resistencia” conforma un poderoso cinturón chií que pretende ser el líder geopolítico de Oriente Medio.
En el otro lado, se encuentra Arabia Saudí que cuenta con el apoyo de los otros 5 países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) - Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar - más Jordania. Constituye el grupo suní comandado por Arabia Saudí, y también persigue constituirse en el líder geopolítico del área.
No cabe duda de que, dentro de este enfrentamiento geopolítico, se halla la rivalidad religiosa en cuanto a quién es el que dirige y manda en la religión de Mahoma en estos primeros años del siglo XXI, catorce (14) siglos después del cisma del Islám, acaecido unos años después del asesinato del tercer califa Umar, en el año 644. Un conflicto milenario.
En cuanto a Turquía, ha pasado de una política exterior de “cero” problemas a tener en la actualidad numerosos frentes abiertos. Desde su participación en la guerra con Siria hasta su reciente implicación en la guerra civil libia, pasando por sus problemas de pertenencia a la OTAN con su unilateral relación con Rusia, su crisis de relación con Estados Unidos a raíz de la adquisición del sistema de misiles ruso S-400 o el litigio con las ZEE,s de Grecia, Chipre, Israel y Egipto, en el Mediterráneo Oriental, en referencia a los yacimientos submarinos de hidrocarburos. Por ello, Turquía en estos momentos no está en condiciones de aspirar al liderazgo geopolítico de Oriente Medio.
Israel es el principal opositor de Irán en el área. Repetidas veces, las autoridades persas han declarado su intención de eliminar a Israel, especialmente desde la revolución de 1979 cuando el nuevo régimen pidió la eliminación de Israel al mismo tiempo que negaba el Holocausto. Por otro lado, en la década de los 90 del siglo pasado el estado israelí comenzó a liderar la lucha contra el programa nuclear iraní en el que todavía continúa con amenazas de ataques militares.
En el horizonte internacional, y con independencia del pacto firmado en la capital austriaca en 2015 por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania(P5+1) junto con la asistencia de la Unión Europea, las dos grandes potencias que está interviniendo más directamente en el complejo escenario de Oriente Medio son Estados Unidos y Rusia, con posiciones encontradas.
Por una parte, Estados Unidos mantiene su política tradicional apoyando al grupo suní que lidera Arabia Saudí aunque sujeta a algunos cambios como consecuencia de los últimos acontecimientos ocurridos en Oriente Medio, entre los que destacan la guerra civil siria, la guerra en Yemen, o el “pacto del siglo” para israelíes y palestinos. Si había dado una sensación de abandono del área con su penosa actuación en Siria, a raíz de la muerte del general iraní Suleimán, EEUU vuelve a Oriente Medio. No olvidemos que Estados Unidos dispone en Qatar de la Base Aérea de Al Udeid que alberga al Comando Central de EEUU.
Rusia que había estado fuera de Oriente Medio durante más de 25 años, ha vuelto al área utilizando como escusa la guerra civil de Siria, en la que mantenía la Base Naval de Tartus, y se ha postulado abiertamente en apoyo del eje chií, mencionado mas arriba, liderado por Irán. Aparte de ello, ha llevado a cabo diversas iniciativas con el propósito de ocupar el vacío geopolítico que dejaba Estados Unidos en la zona.
En virtud de lo expuesto, el gran dilema de Oriente Medio descansa en tres ecuaciones. La primera está relacionada con el programa nuclear iraní. Dos opciones: o se para dicho programa sin conseguir disponer de una bomba nuclear o la obtiene. En el primer caso, Oriente Medio tiende a la estabilidad. En caso contrario, los más importantes actores de la zona buscarían, por efecto dominó, poseer su bomba atómica con lo que nos encontraríamos con una región nuclearizada.
La segunda ecuación se sustenta en el liderazgo geopolítico de la región. Si exceptuamos a Turquía, el ejército más poderoso de Oriente Medio es el de Irán. En una posible confrontación regional convencional entre Irán con sus aliados y Arabia Saudí con los suyos solamente el resultado sería favorable a Arabia Saudí si consigue tener del apoyo de Israel - como ahora ocurre -.
Y la tercera ecuación es el liderazgo del Islám. En teoría, la corriente suní del Islám, liderada por Arabia Saudí, cuenta con más de 1.400 millones de personas en todo el mundo mientras que la corriente chií, liderada por Irán, supone cerca de 400 millones de personas. Los dos países, el persa y el árabe, son líderes en sus respectivas ramas islámicas. En este campo, Turquía estaría del lado de Arabia Saudí.
En definitiva, tomando como apoyatura las opciones que se plantean en las tres ecuaciones indicadas, el gran dilema geopolítico de Oriente Medio se encuentra, por encima de todo, en impedir o no que Irán disponga de armas nucleares. Las otras dos ecuaciones tienen menos relevancia puesto que - para ser realista - ya se ha convivido con ellas alrededor de 1400 años.
Madrid, 12 de marzo de 2020