Félix Ballesteros Rivas

El Futuro, con o sin Investigación

Huawei de China supera a Apple y Microsoft en I+D de redes 5G. (Foto: https://es.news-front.info/)

Agente Provocador

LA CRÍTICA, 10 DICIEMBRE 2019

Félix Ballesteros Rivas | Martes 10 de diciembre de 2019
Parece que la discusión acerca de la importancia (vital) de la Investigación, se reduce a cuánto dinero se reserva para ella en los Presupuestos Generales del Estado, Pero no es tan simple. ...

... Además, en esta pintura hay que tener muy en cuenta el marco: tanto España como Europa, estamos entre dos fuegos graneados. Por un lado, los EE.UU. de Trump desconfían de todos, pero sobre todo de los chinos, por lo que incuba medidas para impedir que los avances chinos se coman el mercado, y castiga a los chinos… y a todos los que les compren algo. Por el otro, los chinos siguen comiéndose los mercados (electrónica, ropa, comunicaciones 5G, Inteligencia Artificial, coches eléctricos, acero, tierras raras, baterías, etc.) a medida que ponen en ello su atención.

Bueno, podemos dejar de utilizar Android y pasarnos a la versión china, que terminará siendo más que aceptable, y hacer igual en el ‘5G’ que se nos viene encima, en los coches eléctricos, en la industria del acero, en la producción de baterías para nuestros futuros coches eléctricos o para las ‘tierras raras’ imprescindibles en la fabricación de nuestras enormes televisiones; todo eso ya nos viene de China. Pero… ¿Es que Europa sólo puede elegir entre depender de China o depender de EE.UU.?

Lo que pasa es que, para tener una opción propia en esos campos, hace falta investigar durante muchos años, y llevamos esos mismos muchos años diciendo que sí, que hay que investigar, pero que hay poco dinero y hay cosas más urgentes que investigar cosas que, los de letras (la mayoría de los políticos lo son), no entienden.

Y si el presupuesto para Investigación en Ciencias es paupérrimo, al buscar financiación para investigaciones históricas, arqueológicas, antropológicas, o, en general, de ‘Letras’, no esperemos facilidades, pese a que los políticos sí que entiendan perfectamente lo que les pides.

En un desarrollo social tan acelerado como el que disfrutamos (lo digo sin ironía), en el que incluso la propia aceleración es cada vez mayor, en el que en la mayor parte de los puestos de trabajo se desempeñan tareas que no eran concebibles hace cincuenta años, y con la perspectiva de que lo que sea que se haga en los puestos de trabajo de dentro de 25 es algo que está por inventarse… la palabra Investigación se queda muy corta.

Sí: con toda seguridad, los laboratorios pagados con cargo a los Presupuestos Generales del Estado deberán seguir trabajando dentro de 25 años; no sé en qué, porque el futuro es cada vez más impredecible, aunque seguro que allí seguirán. Pero también hay que preocuparse de los presupuestos que las empresas dedican a la Investigación; y ese es un capítulo que, a grandes capas de la Sociedad, les parece algo sospechosísimo, porque tienen (las empresas) la desfachatez de decir que investigan para ganar más dinero.

Si un laboratorio que funciona con dinero público encuentra una vacuna contra, por ejemplo, el virus Zika, o la grafiosis del olmo, por no atrevernos a decir que del SIDA, o del Catarro, o de la Estupidez, la actitud de mucha gente es diametralmente opuesta a si esos descubrimientos los realiza el laboratorio de una empresa farmacéutica.

Cierto que, en el primer caso el descubrimiento se ‘regalará’ (más o menos) a la Sociedad, y en el segundo no, pero igual de cierto es que en ambos casos, se beneficiará de ello quien ha pagado las facturas de esa investigación.

Aunque no es la única diferencia.

El laboratorio estatal, teóricamente, adjudica sus presupuestos de una manera por completo transparente, dando igualdad de oportunidades a todos los posibles implicados, valorando el desempeño de cada grupo de trabajo por lo publicado en toda su historia, contratando al personal en base a oposiciones que se alargan durante años, valorando sus respectivas publicaciones personales, y puntuando si su nombre aparecía en primer lugar, segundo lugar, tercer lugar, etc. de los muchos abajofirmantes de cada artículo científico. Y, al final, formando grupos cuya estabilidad laboral está fuera de toda duda… para los que por fin ‘obtienen plaza’.

En esos laboratorios, también se da el caso de infinitos ‘doctorandos’ que trabajan allí con un sueldo muy inferior a cualquier fontanero o administrativo de empresa de seguros para, cuando además de contribuir al buen hacer del laboratorio consiguen redactar su tesis doctoral, poder aspirar a alguna beca o puesto de ‘post-doc’ en el que ganarán muy poquito más, y durante un tiempo limitado. Adornado ello con situaciones vergonzantes como la de que, dado que si estás en un puesto más de dos años tienes, según las normas que rigen la Administración del Estado, ciertos derechos a optar a un puesto estable… pues para evitarlo, poco antes de esos dos años esa misma Administración de Estado te pone en la calle durante unos meses, para que no puedas adquirir esos derechos; meses en los que se les anima a nuestros investigadores a que paguen sus facturas gracias a las prestaciones de desempleo, pero que sigan yendo todos los días al mismo laboratorio para no detener las líneas de investigación, que son muy importantes, mucho más que los derechos laborales de los respetados investigadores.

¿Qué pasa, mientras tanto, en los laboratorios de inferior categoría social, los de la industria privada?

Todo es mucho más sencillo: se contrata a la gente con mucha menos parafernalia burocrática, se le paga más, y se le mantiene el empleo siempre que lo hagan bien. Y ahí acaba la normativa interna.

Y luego está lo de los militares…

Cierto que los grandes telescopios, o el CERN de Ginebra en el que se descubrió el Bosón de Higgs, están más o menos fuera de la dinámica Estado-Empresas, pero sigamos atentos, porque durante décadas la NASA era el paradigma de la investigación estatal, pero ahora hay varias empresas privadas que ponen satélites en órbita a precios muy competitivos y, si venden suficientes billetes, un vuelo turístico llegará a Marte antes que los de las agencias estatales.

Pero, para abrir aún más la mente, por un momento pongamos a un lado la investigación científica, ya sea de Ciencias o de Letras, y hablemos de otras cosas que, en rigor, también son investigación: ¿podemos concebir qué pasaría si los fraudes (ERE, Gurtel, etc.) sólo los investigase la Policía y los periodistas se quedasen al margen? La reacción que despierta la pregunta anterior, ¿podemos extenderla a qué pasaría si se dejara el monopolio de cualquier Investigación a un solo lado de la frontera entre Estado y Empresa?

Hay que encontrar un equilibrio. Sería una estupidez eliminar de los Presupuestos el capítulo de investigación, para pasar ese dinero a las empresas en forma de ‘estímulos fiscales’, por ejemplo. Llevando esa tontería al límite, se podrían dar esos estímulos a todos los contribuyentes para que cada uno investigue lo que le parezca, con lo que muchos investigarían diferentes tipos de resaca en función de lo que se beba en un fin de semana.

De igual modo, centrar toda la investigación en manos del Estado y sus funcionarios, incluso si se les librase de su aplastante burocracia, podría degenerar en unos laboratorios-cortijo en los que sólo se investigase al capricho de las veleidades de quien cada cuatro años ostentase el bastón de mando lo cual, en España, después de un mal siglo XVIII, un pésimo XIX (¡Fernando VII…!), un XX que seguimos discutiendo si fue mejor o aun peor, y un XXI que no empieza con buen pie… invita al pesimismo.

Todos los niveles son necesarios: hacen falta becas de investigación que lleguen desde colegios e institutos hasta universidades y laboratorios estatales, pero también hay que respetar y promover la investigación privada, aunque sea cortoplacista, aunque se haga por dinero, porque los beneficios también son mucho más inmediatos y terminan llegando a todas partes y, al fin y al cabo, el dinero es la forma que tiene la Sociedad de pagar por lo que quiere. Un detalle: en casa de nuestro vecino, en Portugal, un laboratorio de investigación muy avanzado en muchos aspectos es el Instituto Gulbenkian, privado y, a través de una Fundación, financiado con los beneficios del comercio del petróleo.

Félix Ballesteros Rivas

10/12/2019

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