Da lo mismo si los asistentes han sido 80.000 o 400.000. Hasta el último catalán no independentista estaba obligado a salir a la calle en defensa de su identidad catalana dentro de España y de su integridad personal, y no lo han hecho. Y en los organizadores de la marcha han primado más los remilgos de "yo con esos no me junto" o de "no os pongáis en la primera fila que la foto no da bien", que el espíritu de unidad frente a quienes quieren deshacerse de ellos.
Y lo de cumplir el expediente de los políticos para mañana seguir como hasta ahora, dejando que sea la policía quien plante cara a los villanos -eso sí, poco, no les vayan a hacer pupa-, es francamente impresentable. ...
Lamentable ha sido la salida a la calle propiciada por Sociedad Civil Catalana, mostrando la falta de fuelle de los no independentistas. No se trata de emular a Torra y sus torreznos ni de ir a por ellos, porque eso sería el prolegómeno de una guerra civil que nadie quiere.
Se trata de mostrar el músculo de una sociedad mayoritaria y harta de sufrir el ataque permanente y el desprecio de la minoría independentista -una minoría muy grande, eso sí- sin que primen las minucias grupales sobre el objetivo común.