Juan Manuel Martínez Valdueza

Cataluña: el diálogo de los ingenuos

Jordi Cuixart, uno de los líderes independentistas en prisión. (Foto: Catalunyaplural.cat - Ómnium Cultural)

LA CRÍTICA, 23 OCTUBRE 2019

Juan M. Martínez Valdueza | Miércoles 23 de octubre de 2019
Muchos esperan que ahora, después de la violencia, con el tocho ya ablandado, el diálogo es tan inevitable como una buena ducha después de la carrera. ...

De los muchos aludidos, lógicamente, en cuanto a motivaciones hay que separar a Iglesias y a buena parte de los suyos; también a Garzón, que sueñan cerca su España de sus pueblos, primero federados y después... ni lo saben. Separando también a los independentistas irredentos -sean catalanes o no- nos quedan los ingenuos, de buena o de mala fe, entre los que hay muy influencers y todo lo contrario, que para esta cuestión tanto da.

Los ingenuos quieren diálogo entre España y Cataluña para encontrar una solución al problema de la independencia de Cataluña, exigida -por la fuerza- por la minoría independentista que tiene secuestradas las instituciones catalanas.

Hasta el más burro puede entender que la independencia de Cataluña por encima de la voluntad popular, es decir, de los españoles, es un mito alimentado por los nacionalistas y los directores de la extrema izquierda sin ninguna posibilidad de hacerse realidad. Por otro lado también hasta el más burro sabe que en la historia del Mundo la independencia de los territorios nunca ha salido gratis -sin violencia extrema y sin muertos- salvo alguna excepción que ignoro y me gustaría conocer. Y aquí no me vale el cachondeíto de la descolonización con la creación de estados-basura que para ellos han tenido y tienen.

¿Diálogo? Aparcada la independencia, que es indialogable, queda devolverle a la lengua del Estado su protagonismo en las calles, en las carreteras, en los centros de educación y por extensión en todos los servicios públicos -los privados que hagan lo que les venga en gana que para eso España es un país libre-.

¿Diálogo? Devolver a los símbolos de la Nación Española -Himno, Bandera e Instituciones del Estado, además de a la Casa Real- el respeto debido, quedando su incumplimiento sometido a las sanciones equivalentes a las de otros Estados democráticos.

Poco más se puede dialogar ya que el odio a todo lo español y especialmente a los españoles insuflado por los viejos en las nuevas generaciones catalanas tiene poco arreglo, al menos hoy por hoy.

¿Contrapartidas del Estado Español? Sencillo. Seguir dejando que los independentistas -siempre que tengan el refrendo del Parlamento catalán- manejen el presupuesto. Vamos, las perras.