Haciendo un recorrido por los medios más significativos y significados ideológicamente, la presentación de los datos que arrojan los sondeos es más que suficiente para que el lector inquieto extraiga sus propias conclusiones y, entre ellas, que la incomodidad de la presencia del partido de Santiago Abascal en los mismos, que es general, les obliga a presentarla -no ven otra forma- en un arco muy concreto que va desde el desprecio a la ignorancia.
Pero la realidad es tozuda -la realidad imaginada en los estudios de opinión- y alguno de estos muestra hasta una ligera subida de ese diez y pico por ciento del 28-A, que no una estrepitosa bajada.
Como la cuestión planteada rompe todos los esquemas no vemos aún analistas políticos -y menos de los propios partidos- que se hagan eco y pongan sobre la mesa los bienes y los males de tamaño engendro, por mucho que viniera avalado por el voto de unos milloncillos de ciudadanos.
Así que, a esperar, aunque sería muy conveniente que esta realidad imaginada que ponemos sobre el tapete salte a las mesas de opinión y a las estrategias del resto de los partidos para que el ciudadano sepa a qué atenerse en cuanto a pactos, cordones sanitarios y otras cuestiones de política pura antes de que se produzca esa hipotética situación.