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SINDICALISMO INDEPENDIENTE Y DERECHO DE HUELGA: JUPOL, TAMPM Y SLTA (por ejemplo...)

Sindicato Libre de Trabajadores Aéreos

LOS NUEVOS SINDICATOS

LA CRÍTICA / REDACCIÓN, 30 JUNIO 2019

Domingo 30 de junio de 2019

Policía Nacional, Guardia Civil, Funcionarios de Prisiones, Trabajadores Aéreos ...

... Esa negación de un derecho fundamental tiene una solución clara que, desde la Antigüedad, se ve más clara aún: compensar a los trabajadores de servicios públicos esenciales para la sociedad –funcionarios o no– con un complemento voluntario por renunciar al derecho de huelga. ...



Algo está cambiando en el mundo sindical. Las grandes centrales sindicales anquilosadas en sus estructuras se desmoronan poco a poco cayendo sus cuotas de afiliación a valores ridículos. Hace mucho tiempo que los trabajadores se han dado cuenta de que la dependencia de partidos políticos –en unos casos– o la vergonzosa docilidad a la patronal –en otros– en nada ayuda a la mejora de sus condiciones laborales.

Además de prebendas innecesarias como la de ser liberados parcial o totalmente de su jornada laboral, los trabajadores son testigos de que esa docilidad se ve premiada frecuentemente con beneficios personales para los sindicalistas que resultan un insulto para los que luchan por labrarse un futuro en la organización.

Ese desafecto al sindicalismo tradicional se hace más patente en las grandes empresas públicas y en especial en la función pública donde salvo en CSIF los sindicalistas solo son visibles en periodo electoral para pedir el voto. Pero el descontento alcanza también a la mediana empresa haciéndose más patente en las que, por prestar servicios públicos, el derecho de huelga no deja de ser una quimera.

Hay algunos ejemplos de que un nuevo estilo de sindicalismo independiente, nacido de movimientos espontáneos de los empleados, va a ser determinante en la regulación de las relaciones laborales futuras. Es un nuevo sindicalismo nacido desde abajo, con estructuras precarias que van poco más allá de grupos de mensajería o redes sociales pero con la determinación clara de luchar, no contra el patrono, sino contra la injusticia y la desigualdad. Su determinación es clara. Sus objetivos también: dignificar la profesión y acabar con los agravios comparativos. No se arredran ante las dificultades, aceptan todos los apoyos sin casarse con nadie y saben cómo hacerse notar. Destaquemos entre otros muchos tres ejemplos:

1.- JUPOL (Justicia Policial). Sindicato joven nacido de la asociación JUSAPOL (creada por Guardias Civiles y Policías Nacionales para luchar por la equiparación salarial de estos cuerpos con los Policías Autonómicos y Locales). Como asociación Jusapol era insuficiente pues para poder tener voz en el Consejo de Policía era preciso crear un sindicato y contar con vocales en dicho Consejo. En las recientes elecciones JUPOL –solo dependiente del espíritu e ideario de Jusapol– ha barrido literalmente a los sindicatos tradicionales haciéndose con 8 de los 14 representantes en las distintas escalas. Lástima que la Guardia Civil no tenga aún reconocido el derecho de sindicación y sus reivindicaciones tengan que ser canalizadas a través de asociaciones con menor peso específico.

2.-TAMPM (Tu Abandono Me Puede Matar). Asociación de Funcionarios de Prisiones con apenas unos meses de vida –absolutamente independiente– que lucha casi en la clandestinidad por el desamparo de esos funcionarios y por las carencias y problemática de este colectivo olvidado. A pesar de las represalias –muchos de ellos tienen que ocultarse y salir de espaldas en los medios de comunicación– ha ganado en 2 de cada 3 centros en los que han podido presentarse pues todo son zancadillas y dificultades.

3.-SLTA (Sindicato Libre de Trabajadores Aéreos) Sindicato joven con implantación en el sector de trabajos aéreos en especial los relacionados con servicios públicos de Salvamento, Rescates, Incendios, Emergencias Médicas y otros aunque también tiene afiliados en otros sectores de la aviación. Salió a luz recientemente por ser el primero en plantar cara –incluso con una huelga “capada” por las exigencias de los servicios mínimos– a la multinacional Babcock que pretendía unilateralmente una MSCT (modificación substancial de las condiciones de trabajo) para reducir el sueldo de los trabajadores hasta en un 30%. El primer pulso lo ha ganado con la ayuda del resto de sindicatos pues la pretendida MSCT ha quedado provisionalmente en suspenso. Falta por saber su peso en futuras elecciones pues todo son problemas para poder llevarlas a cabo. Su independencia y determinación han disparado las afiliaciones y no sería de extrañar que al igual que JUPOL y TAMPM estas premisas sean un varapalo para el sindicalismo tradicional apesebrado.

La elección de estos tres entre el elenco de nuevos sindicatos independientes no es casual. Tienen en común algo además de todas las coincidencias expuestas: O bien sus colectivos NO TIENEN RECONOCIDO EL DERECHO DE HUELGA O ESE RECONOCIMIENTO ES UNA BURLA AL CONCEPTO DE DERECHO.

En el caso de los policías su normativa específica lo coarta sin que en sus nóminas haya algún complemento que compense la imposibilidad de ejercitar ese derecho. Hay países que han solucionado esa renuncia con complementos que llegan incluso al 50% de su sueldo básico.

Casi igual ocurre en los otros dos casos. Si se ejercita el derecho de huelga los servicios públicos se pueden ver afectados seriamente con consecuencias incluso fatales. El ciudadano no tiene por qué sufrir las molestas y a veces desastrosas consecuencias del ejercicio de un derecho ajeno. Es por ello que la Administración puede legítimamente fijar unos servicios mínimos. Pero ¿qué pasa cuando esos servicios mínimos se fijan –como en la referida y reciente huelga en Babcock– sistemáticamente en el 100%? Ocurre que el derecho de huelga -por muy indeterminado que sea- ha dejado de existir. Da igual promover una huelga pues la presión sobre la parte empresarial no existe. Si acaso represalias contra los promotores de una huelga de mentiras.

Esa negación de un derecho fundamental tiene una solución clara que, desde la Antigüedad, se ve más clara aún: compensar a los trabajadores de servicios públicos esenciales para la sociedad –funcionarios o no– con un complemento voluntario por renunciar al derecho de huelga.

Veamos el encaje que esta –por otro lado vieja idea– tiene en los nuevos sindicatos incluidos estos tres rompedores que han servido de ejemplo.