... ¿Quién se juntará con estos o aquellos para formar gobierno en España, en los cantones autonómicos, en las Diputaciones, en los Ayuntamientos y se beneficiarán con ello del sueldo que les pago con mi voto?
Y como digo, todos hacen cábalas sobre ésta, la otra y aquella última opción para que los partidos políticos velen, sobre todo y por encima de todo, por su interés partidista y, con ello, por el interés de las camadas a su cargo para darles un puesto en la Administración, el que sea, para que coman, disfruten e, incluso, si llega la oportunidad se corrompan y roben.
A esto se le llama pura partitocracia o dictadura de los partidos políticos. Ya sabemos todos por qué se ha llegado a esta situación en España. Y si no lo sabe Vd., se lo voy a decir. Por tres motivos fundamentales: una Ley Electoral infame; un Título VIII de la Constitución que creó hace 41 años una nueva capa de la Administración llamada Autonomías, focos de la desigualdad entre españoles, del separatismo, de infinitos casos de corrupción pero, eso sí, centros de colocación de infinidad de políticos, amigos, parientes, etc.; y en tercer lugar, por una Ley de Partidos olvidada y enterrada.
Pues bien, esta especie de lotería, de quiniela, en que se ha convertido la política española a todos los niveles de la Administración, es con la que juegan todos los que hoy nos martillean a través de todos los medios de comunicación para decirnos sus pronósticos sobre quién gobernará aquí o allí.
¿No está Vd. ya harto de tanta cábala y de tanta adivinanza; de tanto matiz y de tanta especulación? Pues mire Vd., yo sí lo estoy.
Estoy harto de que cuando voto, cada vez que voto, no tengo ni repajolera idea de a dónde irá a parar ese voto. Y mucho más ahora, cuando con el abanico de posibilidades de votar a distintas izquierdas (incluidas las extremas izquierdas), al centro (liberales de izquierda a lo Núñez Feijó) y a la derecha, las combinaciones entre todas estas opciones son casi ilimitadas (exceptuando la última opción política que parece tener algo más claras sus ideas).
¿Cómo es posible que le pueda extrañar a nadie que los españoles, una gran cantidad de ellos, no vayan a votar o no les dé la real gana de votar? Porque muchos se preguntan, y con razón, ¿para qué? Para que el partido A al que he entregado mi voto, haga con él lo que quiera uniéndose al partido B con el que yo no quiero oír ni hablar. Eso sí, a base de chanchullos, cambalaches, talones al portador, distribución de cargos, etc. Todo un ejemplo de honradez, dignidad y responsabilidad que nos dan a los españoles.
Con toda humildad pediría a todos los que disfrutan y ganan dinero haciendo pronósticos de todo tipo en los medios, que no contribuyeran a exacerbar más los ánimos de quienes no pueden entender, ni les cabe en la cabeza, que su voto, en realidad, ha servido de muy poco, o de prácticamente nada.
Como consecuencia, fundamentalmente, de la práctica totalidad de los jerarcas de los partidos políticos que son los que, en definitiva, hacen y deshacen en virtud del interés del partido que representan. Como consecuencia, insisto, de la dictadura de los partidos políticos.
Algunos de los cuales, por cierto, no tienen inconveniente ninguno en poner mi voto a disposición de la extrema izquierda, separatistas y proetarras. Una vergonzosa situación en España en pleno siglo XXI.
¿Habrá alguien o algunos, algún día, que acaben con este rigodón?
Enrique Domínguez Martínez Campos
Coronel de Infantería DEM (R)