Sorprende que Felipe, un judío nacido en Gallea, en Betsaida, como Pedro y Andrés, tuviera un nombre griego. Felipe en griego significa “el que ama los caballos” o simplemente, “amigo de los caballos”. ...
... Felipe, aparece en todas las listas de los discípulos, en quinto lugar: Pedro, Andrés, Santiago, Juan y Felipe. Es de notar que los tres sinópticos anotan en sexto lugar a Bartolomé, que suele identificarse con Natanael. ¿A qué se debe?
Posiblemente Felipe era discípulo de san Juan Bautista y Jesús, tras hablar con el Bautista, al salir para Galilea, lo encontró y le pidió que lo siguiera. Durante el camino que acompañó a Jesús, le debió convencer tanto lo que oyó, que nada más ver a su amigo Natanael, le comunicó que habían encontrado al que Moisés profetizó en el Deuteronomio, al Mesías. Es curioso que Natanael, el futuro san Bartolomé, no dudara del anuncio de la persona, sino del lugar de donde procedía: “¿De Nazareth puede salir algo bueno?
En efecto, la duda de Natanael estaba justificada, puesto que no había siquiera indicios de que de Nazareth pudiera surgir un profeta. Quizá por eso, Felipe utiliza el recurso de la evidencia: “Ven y verás”. “Más que la afinidad puntual, interesa subrayar la ejemplaridad de aquel gesto primero. Con la decisión de Felipe se nos sugiere que ha comenzado una nueva era en la historia de la salvación. En la primera alianza uno de los verbos más repetidos invitaba a “escuchar” la palabra de Dios. Ahora ha llegado el momento de “ver” al que es el mensajero definitivo de Dios. Ésa habría de ser para siempre la consigna de la misión cristiana: ¡Ven y lo verás!” (José-Román Flecha Andrés, NUEVO AÑO CRISTIANO –Director: José A. Martínez Puche-, Ed. EDIBESA, 2016, p.61).
Conocemos por el Evangelio de san Juan, que Felipe asistió a las bodas de Caná, donde con seguridad conoció y habló con la Virgen, la Madre de Jesús, y aumentó su Fe con el milagro de la conversión del agua en vino.
Felipe aparece también durante un hecho muy importante: el milagro de la multiplicación de los panes. La multitud que seguía a Jesús no podía volver a sus casas sin desfallecer por el camino, de manera que Jesús pide a sus discípulos que les den de comer. Felipe calcula la cantidad de denarios que haría falta para darles un bocado de pan. Tal vez se puede deducir, por el modo de ser ingenuo y elemental de Felipe, que Jesús le quería mostrar con claridad que era preciso hacer un milagro para dar de comer a tanta gente, como así ocurrió.
Igualmente interviene Felipe en la presentación a Jesús de un grupo de peregrinos griegos, adheridos como prosélitos al judaísmo, o quizá se trataba de judíos que vivían en la diáspora y preferían expresarse en la lengua griega, que conocían mejor y que habían peregrinado a Jerusalén para la fiesta de la Pascua.
Finalmente, uno de los recuerdos de las intervenciones de Felipe durante la vida de Jesús es el de su ingenua petición que reproduce la Antífona de Comunión de su Misa, junto con la respuesta de Jesús: “Señor muéstranos al Padre y nos basta.” “Felipe quien me ha visto a mí, ha visto al Padre.” (Jn 14, 8-9). Ello explica la última frase de la Oración Colecta: “… para que merezcamos llegar a contemplar en el cielo el esplendor de tu gloria”. Es decir, se cumple la petición de Felipe referida al Padre.
Tras la muerte de Jesús, es difícil seguir la vida de este Apóstol, dado que su vida se confunde, con frecuencia, con la de Felipe el Diácono. En todo caso, parece probado que habría predicado el Evangelio en la Estigia, en Lidia y Frigia, donde en Hierápolis fue crucificado boca abajo, porque, como san Pedro no quiso morir como su Maestro; y aunque ya era muy viejo para aquella época, tenía 87 años, lo apedrearon en la cruz hasta su muerte.
“La fecha de su fiesta, que desde el siglo Vl siempre ha sido fijada el 1 de mayo porque conmemora la dedicación de la basílica de los Santos Apóstoles, donde (hacia el 560) fueron depositadas las reliquias de Felipe, hoy ha sido trasladada al primer día litúrgicamente libre” (Enzo Lodi, LOS SANTOS DEL CALENDARIO ROMANO, Ed. San Pablo, 1993, p. 148). Por consiguiente, la fiesta de san Felipe y el día de celebración de la onomástica de los que lleven su nombre, es la del 3 de mayo. Y conviene señalar que, aquí, en nuestra Comunidad, tenemos la reproducción más antigua del Apóstol Felipe en los capiteles de la iglesia visigótica de San Pedro de La Nave, en Zamora.
“Felipe es un modelo permanente para discípulo. Él es el modelo del llamado que llama (las cursivas son mías). El que sabe por experiencia y transmite la vivencia. Es también el que, ante la falta de panes, duda entre los caminos de la técnica y el camino del misterio. Es el que hace de puente hacia Jesús. El que anhela descubrir el rostro de Padre. El que sabe que aún no sabe lo esencial. El que busca.” (José-Román Flecha Andrés, NUEVO AÑO CRISTIANO –Director: José A. Martínez Puche-, Ed. EDIBESA, 2016, p. 62).
Para mí, Felipe fue el primer apóstol. Es cierto que todo cristiano es apóstol, y como el obrar sigue al ser, el apóstol hace apostolado. Pues bien, según el Evangelio, Felipe fue el primer apóstol (el llamado) que hizo apostolado (que llama) al llamar a Natanael y comunicarle su fe.