... en el análisis histórico, político y de las relaciones internacionales. Se trata del Factor I-C-I (Inteligencia-Contra-Inteligencia), lo que popular o coloquialmente conocemos como espionaje y contra-espionaje.
Una personalidad que estuvo profundamente involucrada en estos asuntos (J. J. Angleton, jefe de Contra-Inteligencia en la CIA durante casi veinte años) describió a lo que llamo Factor I-C-I de una forma que me gusta particularmente: “la mente del Estado y un estado de la mente”. Volveré sobre esta aguda descripción.
Es interesante constatar que en uno de los textos más antiguos de la humanidad, el libro del Génesis en la Biblia (según los expertos fechado aproximadamente dos milenios antes de Cristo), aparecen una referencia al asunto y el propio término –que yo sepa, por primera vez en la historia escrita- en el relato del primer encuentro entre José y sus hermanos:
“—¿De dónde venís?
—De la tierra de Canaán, para comprar comida (…)
—¡Sois espías! Habéis venido para ver dónde nuestra tierra está desprotegida.” (Traducción mía de la versión en inglés: The Holy Bible, International Bible Society, Colorado Springs, CO, 1973, pp. 32-33).
Sobre la historicidad de este relato –plausiblemente el primero con personajes reales del Génesis– el gran especialista en la Biblia de la Harvard Divinity School, G. Ernest Wright, ha calculado que el episodio aconteció hacia 1.800 a. C., siendo el judío José –casado con la noble egipcia Asenath– visir o primer ministro del faraón Hyksos (Great People of the Bible, Reader´s Digest, Pleasantville, NY, 1974, p. 64).
Como es sabido, en textos posteriores de la Biblia abundan relatos con espías: en el Deuteremonio, Moisés envía doce espías a la tierra de Canaán; en el de Josué está el relato de Rahab y los espías; en el de Los Jueces, los relatos de Gideón, de Sansón y Dalila… etc. Con razón y una gota de humor vulgar se le ha llamado la segunda profesión más vieja del mundo.
Sin embargo será una obra no perteneciente a la Civilización Occidental judeo-cristiana, El Arte de la Guerra del chino Sun Tzu (Siglo V a. C.) la que tendrá un impacto mayor en el reconocimiento del Factor I-C-I como ingrediente esencial de la Teoría del Estado, es decir, del ámbito de la Política (considerada como ciencia o como arte) y de las Relaciones Internacionales.
La obra de Sun Tzu tiene trece breves capítulos. Los doce primeros están dedicados exclusivamente al Estado y a la guerra, sus tácticas y estrategias, en forma de aforismos hoy considerados clásicos, aunque ya introduce algunos pensamientos que conectan directamente con el Factor I-C-I, por ejemplo cuando afirma “Toda guerra se basa en el engaño” (I: 17) o “Conoce al enemigo y conócete a ti mismo” (III: 34). El último capítulo, el decimotercero titulado Sobre el empleo de agentes secretos, obviamente entra a saco en nuestro tema. Selecciono algunas citas de este capítulo final (traducción mía de la edición inglesa de S. B. Griffith, 1963):
“En un Ejército nadie debe estar más próximo al Comandante en Jefe que el agente secreto” (XIII, 12). “No hay lugar o asunto donde el espionaje no pueda ser empleado” (XIII, 14). “El Soberano del Estado debe tener completo conocimiento de las actividades de los agentes secretos” (XIII, 21). “Por tanto, solo el Soberano inteligente y el General eficaz, que sean capaces de emplear a las personas más inteligentes como agentes secretos, conseguirán grandes éxitos (…) Un Ejército (o un Estado) sin agentes secretos es exactamente como un hombre sin ojos y sin oídos” (XIII, 23).
Aunque Sun Tzu era coetáneo de Tucídides (quien acepta la historicidad de la Guerra de Troya y su famoso engaño, el caballo), de los Sofistas y de Sócrates –maestros políticos de Platón y Aristóteles– en la ciencia política occidental solo a partir del Renacimiento con el maquiavelismo, el anti-maquiavelismo –y su hijo bastardo el jesuitismo– comienza en serio la literatura sobre la “Razón de Estado” (nuestro jesuita Baltasar Gracián la llamará “Razón de Establo”) y la alternativa “Católica Razón de Estado”, que subyacen al Factor I-C-I en las Monarquías absolutas modernas, razones que se perpetúan hasta las Democracias liberales contemporáneas, con sus secretismos, lógicas desviaciones y corrupciones (Arcana Imperii, cloacas del Estado… enlazando con lo que hoy denominan en los Estados Unidos el “Deep State”, inevitable emanación del Estado Policía o Estado Administrativo).
Por supuesto hay que diferenciar entre lo que son estructuras y acciones legales, aunque secretas y al servicio del Estado, de otras que no lo son. Empleando el acrónimo POP, describiremos el Factor I-C-I como 1. Proceso, 2. Organización, y 3. Producto.
Todos los Estados histórica y legalmente constituidos han requerido de un proceso y una organización para obtener información a través de agentes y medios, información que necesita ser sometida a una validación sobre los métodos y fuentes (esta es una función precisamente de la Contra-Inteligencia, cuya metodología normal a priori es cuestionar a la Inteligencia), para destilar un producto al servicio de los dirigentes políticos. Si la información (inteligencia) es correcta, puede ser de gran utilidad para la toma de decisiones por los gobernantes. Si es incorrecta (desinformación) puede originar errores con graves consecuencias en la referida toma de decisiones.
La Unión Soviética generó un tipo de liderazgo político curtido en el secretismo y en I-C-I que llega hasta nuestros días: Stalin, Bulganin, Andropov, Primakov, Putin... EEUU también ha tenido su propia cuota de presidentes con experiencia en la materia: los dos Roosevelt, Kennedy, Bush padre… (y uno de mis políticos favoritos en la administración Trump, el hoy Secretario de Estado Mike Pompeo).
Ofrezco a continuación dos listas de líderes políticos (Jefes de Estado, Presidentes, Vicepresidentes, Jefes de Gobierno, Primeros Ministros y Dictadores desde 1900 hasta 2013). En la primera figuran personas que ostentaron cargos o funciones de I-C-I antes o durante sus mandatos políticos. En la segunda figuran aquellos que han tenido una función de “agentes de influencia” de KGB, CIA, etc., según las investigaciones que se mencionan en las referencias.
PRIMERA LISTA (por orden cronológico):
SEGUNDA LISTA (por orden alfabético):
Referencias: Agee (Philip) 1976; A-M: Andrew (C.) –Mitrokhin (V.) 2005; Dorril (Stephen) 2002; Montefiore (S. S.) 2004; Pacepa (I.) 1988; G-O: Gazur (E.)– Orlov (A.) 2002; W: Woodward (B.) 1988.
Algunos artículos míos sobre la materia (hasta 2013):