... Aún aceptando nuestras propias limitaciones en definir con seguridad el futuro, cabe destacar ciertos elementos que ya van a condicionar cual debe ser la tecnología de la que debe estar dotada nuestra Brigada. Un primer componente, que ha estado siempre presente a lo largo de la historia de las guerras, pero que ahora resalta con nueva fuerza, es el entorno humano, y actualmente parece que más “urbano” que en el pasado. Un segundo elemento es el campo de batalla de la información, con múltiples fuentes y vías para su dominio. Finalmente, la mejora de las armas, el denominado “hardware “(armamento y material), capaz de enfrentarse a diferentes situaciones y adversarios.
Así, manteniendo en nuestra mente estos tres elementos, trataremos de ir definiendo, aunque a grandes rasgos, las tecnologías necesarias para el combate en el 2035.
Si comenzamos por el “hardware” , para el enfrentamiento necesitaremos vehículos de combate con potencia pero también protección (no hay que olvidar las bajas sufridas en los Operaciones de Apoyo a la Paz por no disponer de vehículos suficientemente protegidos frente a los denominados IED (Sistemas Explosivos Improvisados) ) pero más ligeros para permitir rápidos despliegues, incluso a escenarios lejanos. En este campo, se confía en el nuevo vehículo 8x8 y los VCI, que deberán ser mantenidos y actualizados de forma permanente. Cabe confiar que con mejoras alcancen operativos las fechas deseadas.
En el campo de los apoyos de fuego, tampoco se presentan ideas revolucionarias; se buscan mayores alcances y precisión, lo que ya se va logrando tanto a través de los medios de lanzamiento (cañones actualmente pero quizá cohetes en un futuro no muy lejano) con más alcance, y de los proyectiles, que pueden contar con guía final que permite una elevada precisión, del orden de metros de error probable, y otras mejoras. El campo de la precisión ha recibido atención creciente para evitar “daños colaterales”, cada vez menos aceptados.
En cuanto a movilidad y contra-movilidad, los desarrollos más espectaculares y que deben continuar son los vehículos contraminas no tripulados, aunque se debe lograr sistemas que no necesiten guía inmediata (autónomos).
El combatiente futuro estará mejor protegido e interconectado (los nuevos equipos de radio ya lo permiten), recibiendo datos de todo tipo para su actuación eficaz. Deberá estar preparado para el combate urbano, y/o en algunos casos, subterráneo.
Pero es en el campo de las comunicaciones donde se están logrando más avances. La capacidad de operar en red, reproduciendo en modelo Internet, ya está permitiendo que todos los componentes de una unidad, tanto el personal a todos los niveles como el material estén comunicados. Este modelo podría permitir el reducir alguno de los escalones de mando, al poder el Jefe conocer donde están todos y cada uno de los componentes de su unidad de forma permanente, pero puede surgir un problema si éste se dedica al “micromanagement”. Y esto es extrapolable gracias a la capacidad de apoyo desde retaguardia (“reach back”), lo que, si por una parte refuerzan a las unidades en inteligencia, logística, etc., por otra permite, como hemos visto en alguna película, que mandos de alto nivel y alejados de la acción directa puedan afectar al ejercicio del mando en la unidad operando sobre el terreno.
Por otra parte, esta capacidad de operar en red permitirá recuperar el concepto de “campo de batalla vacío”, con las unidades dispersas, presentando pocos objetivos y reduciendo su vulnerabilidad, pero en condiciones de concentrar sus efectos en el punto deseado, tanto de los fuegos como de la maniobra.
Pero esta serie de mejoras cualitativas de los diferentes materiales y medios, siendo importantes, son incrementales y no llevan en si ningún cambio profundo, disruptivo, que permita una ventaja cualitativa en el futuro escenario estratégico. Es decir, estamos mejorando el alcance de las armas, la movilidad, las comunicaciones, pero no se ve ninguna revolución en este horizonte. Quizá por ello será aconsejable echar una ojeada a dos áreas de rápida evolución en las que están embarcadas tanto las grandes empresas civiles como los ejércitos más avanzados. Estamos hablando tanto de robótica como de Inteligencia Artificial (AI).
En el campo de la robótica, se están realizando importantes inversiones en los denominados Sistemas de Armas Autónomos, o AWS (Autonomous Weapons Systems) en sus siglas anglosajonas. Ya nos resultan muy familiares los UAVs armados utilizados en la lucha contra el terrorismo. También los “robots” dirigidos a distancia para hacer frente a las trampas explosivas empleadas por los terroristas. Pero hay proyectos variados que van desde vehículos autónomos de vigilancia, en el futuro quizá armados; los robots antiminas mencionados anteriormente pero actuando autónomamente en remoción de obstáculos y apertura de rutas; “mulos” robóticos de cuatro patas, acompañando con la carga a los combatientes por todo tipo de terreno, y aligerando a éstos para poder llegar más frescos al enfrentamiento; vehículos sin conductor siguiendo la ruta de su vehículo guía. Estos últimos desarrollos serán muy útiles en los convoyes logísticos, y los de municionamiento de Artillería, reduciendo las necesidades de conductores.
En el área de Inteligencia, Mando y Control es donde se van a lograr en el futuro inmediato, y se están logrando ya, los mayores cambios tecnológicos. Podríamos empezar por el área de Inteligencia, donde los sistemas ya operativos permiten “fusionar” la información procedente de distintas fuentes (de patrullas, UAVs, satélites, escuchas electrónicas etc.) proporcionando la denominada Visión común del Campo de Batalla, o COP en la terminología OTAN. Pero ya se está trabajando en dar un paso más en forma de que el sistema proporcione de forma autónoma hipótesis sobre las intenciones del enemigo, con gran rapidez, permitiendo adelantarse a sus acciones. Algo similar se está desarrollando en el campo de la Cyber-defensa, o defensa de nuestras redes informáticas, identificando ataques de hackers y reaccionando de forma automática antes de que el ataque cause daños.
En el área de Mando y Control, ya hemos mencionado que los medios de comunicación actuales permiten al Jefe de la operación tener información puntual y detallada sobre la situación (la COP antes mencionada), y también sobre las intenciones más probables del enemigo, mediante el análisis de enormes volúmenes de información en plazos mínimos. Esto lleva a la necesidad de que el sistema proporcione posibles líneas de acción también en plazos mínimos, adelantándonos a nuestros adversarios. En realidad estamos ya hablando de Inteligencia Artificial, en la que las máquinas procesarán la información y propondrán soluciones de forma casi inmediata.
En el campo logístico, también el planeamiento y la ejecución de esta función se puede beneficiar enormemente de los desarrollos realizados por las grandes empresas de distribución, analizando volúmenes de información sobre consumos, estableciendo con gran precisión las necesidades por áreas y preparando el envío de los recursos sin ningún tipo de excesos.
Es evidente que estos medios hacen a las unidades mucho más aptas incluso para el tipo de guerra actual no convencional. El estudio de gran volumen de datos sobre las acciones en Afganistán ha permitido predecir con cierta antelación algunas de las acciones terroristas, aunque hace falta quizá mayor confianza en las predicciones y unas fuerzas de reacción más preparadas. La acción de radicalización de minorías está siendo limitada gracias a la información deducida de las redes y empleo de la contra-propaganda en las mismas redes. Los medios autónomos de detección de IED y otros obstáculos han reducido el número de bajas. Pero es evidente que es necesaria una adaptación de entrenamientos y procedimientos para lograr una integración mejor entre sistemas autónomos y soldados. Y el futuro no espera.
Ángel Guinea Cabezas de Herrera
General de División (R)