Manuel Pastor Martínez

Golpismo catalán/español y golpismo USA

George Soros, la mano que (también) mece la cuna... (Foto: www.confilegal.com)

LA CRÍTICA, 21 SEPTIEMBRE 2018

Manuel Pastor Martínez | Viernes 21 de septiembre de 2018
(...) El golpismo catalán es, a mi juicio, una prueba material más –no la única– de la “consolidación pendiente” de nuestra democracia. Es decir, frente a las banalidades...

Creíamos que la democracia USA no solo era un modelo de democracia consolidada –algo de lo que no hay muchos ejemplos más– sino de una fortaleza constitucional inquebrantable y por tanto irreversible. La aparición en la escena política actual dentro del ámbito de las democracias liberales occidentales, con el caso singular de Cataluña pero potencialmente en otras periferias españolas, de un nuevo tipo de golpe de Estado, eminentemente político, que algunos califican “permanente”, “posmoderno”, “gradual” o “a cámara lenta”, nos permite también analizar con cierta sorpresa y preocupación lo que está sucediendo sutilmente en los EEUU –para decirlo con suavidad- desde el triunfo electoral de Donald Trump en Noviembre de 2016.

El golpismo catalán es, a mi juicio, una prueba material más –no la única– de la “consolidación pendiente” de nuestra democracia. Es decir, frente a las banalidades de la mayoría de nuestros sociólogos y politólogos que ya anunciaban la Transición y la Consolidación de la democracia en España, casi seguidas al día siguiente de la muerte de Franco y por supuesto protagonizadas por el PSOE, ahora comprobamos que tal democracia ha resultado fallida y que algo fundamental del sistema político como la unidad nacional y territorial no estaba consolidada, en gran parte por culpa precisamente del PSOE y de su fraternal PSC. Recordemos asimismo el papel que jugaron los socialistas españoles en el lamentable y peculiar golpe del 23-F.

Pero en el caso de EEUU, cuya consolidación democrática se produjo, tras la trágica Guerra Civil o de Secesión y la Abolición de la esclavitud, con varias Enmiendas constitucionales y la difícil Reconstrucción, esto es, cien años después de la Declaración de Independencia (hay testimonios muy claros de tal conciencia o percepción en la década de 1870s, por ejemplo del presidente Ulysses S. Grant que constata la “validation” de las instituciones americanas, y del poeta nacional Walt Whitman que emplea el propio término “consolidation” de la democracia), resulta más extraño –aunque al parecer no imposible- que la democracia constitucional consolidada pudiera sufrir una regresión. No obstante la hipótesis de un golpismo USA es plausible.

Ya ocurrió algo extraño parecido con la dimisión de Richard Nixon en 1974, bajo la amenaza del Impeachment, cuando algunos investigadores rigurosos se permitieron especular sobre un “Silent Coup” (Véase la importante pero muy poco conocida o citada obra de Len Colodny & Robert Gettlin, Silent Coup. The Removal of a President, St. Martin´s Press, New York, 1991). Ahora respecto a Trump se habla de golpe del “Estado Administrativo” y de golpe del “Deep State”. Vuelven los “topos”, los “leakers”, las “gargantas profundas” (funcionarios legalmente criminales, por prevaricación y traición), y los periodistas listillos como Bob Woodward y Carl Bernstein, intentando sacar tajada, ganando millones y engañando o confundiendo a la opinión pública. Actuando, sí, como agentes del corrupto y radical Partido Demócrata, periodistas a la moda “Fake News” que sin embargo han sido y siguen siendo objeto de admiración (casi adoración) por parte de nuestros periodistas liberales y progres papanatas en España, por ejemplo Pedro Jota, Eduardo Inda, y casi todos los que han pasado por El País, El Mundo, El Español, OKdiario, y La Vanguardia, por mencionar algunos ejemplos.

En estos últimos días, apenas concluido el aquelarre del Establishment en Washington DC honrando al senador McCain, se han conjuntado las noticias de un nuevo libro de Bob Woodward, un editorial “Anonymous” en el The New York Times, y un discurso agresivo, absurdo y miserable del ex presidente Obama (¡con la osadía de mentar a Bengazhi y comparar la economía y el empleo!) en un auténtico acoso contra la administración Trump. Conjunción de noticias que, al parecer, han producido gran excitación a mi amigo Javier Rupérez, embajador español en el frente “NeverTrump”.

No voy a caer en la fantasía paranoica de una supuesta “collusion”/”conspiracy”, pero es evidente una obsesión enfermiza y un resentimiento en la izquierda americana, con un Partido Demócrata degenerado en una deriva socialista anti-sistema y anti-democrática, cuestionando la legitimidad de Trump y del Trumpismo, es decir, la legítima voluntad de la mayoría concurrente-federal y constitucional (según el Colegio Electoral) de los ciudadanos de los EEUU.

Este golpismo USA, en forma de acoso “agit-prop” a través de los medios de comunicación, con los apoyos mediáticos de periodistas como Bob Woodward y materiales de personajes siniestros como George Soros (patrón de Hillary Clinton, de Barack Obama… ¡y de los golpistas-separatistas catalanes!) es el que encarna el llamado “Deep State”, que autores cualificados como Jerome R. Corsi (Killing the Deep State, 2018) y Jason Chaffetz (The Deep State, 2018) han investigado y denunciado.

El libro de Woodward es una novela política, una fantasía progre, como lo fue su famoso best-seller con Bernstein sobre el caso Watergate, basándose en la manipulación de filtraciones del alto cargo traidor en el FBI (“Garganta Profunda”) Mark Felt, cuando el propio Woodward actuaba como agente de inteligencia de un sector golpista anti-Nixon en la Inteligencia Naval y en la Junta de Jefes. Nunca, hasta el día de hoy, Woodward y Bernstein, aparte de los evidentes errores del presidente Nixon tratando el “cover up” del caso, supieron dar una explicación plausible del asalto al hotel Watergate y el papel traicionero del consejero presidencial John Dean.

Hubiéramos agradecido al autor (Michael Barone señala en una reseña para The Wall Street Journal, que Woodward parece insinuar que no hay materia para un Impeachment) que dedicara su energía investigadora en otra dirección y nos explicara en su último libro, más que cotilleos ficticios, por qué y cómo Trump ganó la presidencia en 2016, pese a la resistencia del “Establishment” y del “Deep State”, en los que al parecer Woodard es un experto.

Con los arropamientos del frente “NeverTrump”, de las “Fake News” y de los “Fake Books”, del Ed-Op en The New York Times de “Anonymous”, del libro de Woodward y de las estupideces consabidas del mendaz retórico Barack Obama (o del payaso mentalmente atrasado Joe Biden), el sutil golpismo USA se manifiesta también en el comportamiento histriónico de los senadores demócratas (y candidatos presidenciales al estilo obamita) Kamala “Multi-Culti” Harris, Cory “Espartaco” Booker, y Elizabeth “Pocahontas” Warren en las “primarias Kavanaugh”. Una muy preocupante muestra y anticipo de lo que podría ser el Congreso dominado por un Partido Demócrata, obsesionado con el Impeachment del presidente Trump, después de las elecciones intermedias del próximo Noviembre.

Mientras, en España, seguimos perplejos por la pasividad y permisividad del gobierno español legal pero moralmente ilegítimo del PSOE ante la continuación del procés golpista catalán (y, digámoslo claramente, español por los apoyos que le dan las izquierdas lideradas por un desprestigiado presidente “Doctor” Sánchez ), sin una voz autorizada y coherente con la legalidad (¿acaso no tiene los mismos méritos que Puigdemont, Junqueras et alii?) que ante el esperpento insoportable de la Generalidad exija ya lo obvio: “¡Torra a la mazmorra!”

Y a propósito de coherencia: me gustaría que los liberales y conservadores españoles tan indignados, con toda razón, por el golpismo catalán, superaran la histeria anti-Trump y se indignaran también un poco por el sutil golpismo USA.