La armó ciudadanos (C`s) en su momento con su propuesta de legalizar la prostitución. Tanto los que tenían intereses en que siga estando sin regular, como los defensores occidentales de la fe y los poseedores de la verdad pusieron el grito en el cielo ante la posibilidad de regular el oficio –en este caso sin beneficio– más antiguo del mundo.
Argumentaban los de Ciudadanos que en Alemania, Suiza, Austria, Grecia, Hungría y otros países europeos y muchos más en el Mundo, era legal y perfectamente regulada. También indicaban que las arcas del Estado se incrementarían en al menos 8.500 millones de € y de esta forma se podría regular un sector que se tiene en cuenta al estimar el producto interior bruto (…) y sin embargo forma parte del inframundo en el que, precisamente por ser alegal, se dan casos de explotación de mujeres y hombres por mafias y proxenetas. No les faltaba razón y a buen seguro que si se legalizase y dignificase ese trabajo desaparecerían buena parte de esa explotación y por qué no decirlo del concepto peyorativo que su ejercicio tiene para la ciudadanía y para las y los que la ejercen.
No pretendían los de C`s que fuera el Estado a partir de ahora el gran chulo presto a sacar el dinero a las meretrices pues para ello ya nos tiene a casi todos los demás que, cual dóciles y sufridas rameras, con prácticas a veces inconfesables, aportamos la mayor parte de nuestras ganancias en obligados impuestos. Tampoco se trataba de fomentarla ni permitir la más mínima traza de explotación sexual. Solo se pretendía que, aquellas personas que libre y voluntariamente quieran ejercerla, puedan ser consideradas a efectos fiscales, de Seguridad Social y de pensiones como un sector más que contribuye a las cargas del Estado y por lo tanto merecedora de sus beneficios.
Dejando a un lado los aspectos morales –cada cual es muy libre de pensar y creer lo que quiera– no veo nada malo en que alguien se gane la vida vendiendo o alquilando su cuerpo en una actividad que no perjudica a nadie, salvo en algunas ocasiones a ellos mismos, y eso precisamente por la culpabilidad, la falta de control y la consiguiente explotación que lleva el hecho de estar prohibida. Si alguien mide 2,10 me parece legítimo que aproveche la altura para jugar al baloncesto al igual que me lo parece la (o el) que tenga un cuerpo maravilloso y quiera sacar todo el beneficio posible –tal vez sea la única gracia que la naturaleza le ha dado para subsistir en un mundo competitivo– y se dedique a vender su cuerpo como modelo de pasarela o night-club que poca diferencia hay.
Porque, pensándolo bien, ¿qué diferencia hay entre la mujer que practica el acto sexual en la intimidad del hotel, domicilio o local cobrando un dinero por ello y la que lo práctica igualmente cobrando delante de una cámara, en muchas ocasiones realizando actos, aberraciones y prácticas inimaginables en la intimidad de la alcoba, que incitan a la violencia y los malos tratos? Al margen de que aquella cobre al contado y la otra lo haga a sesenta días de la productora, la única diferencia es que a las primeras las llamamos putas y las otras son famosas actrices porno. Y algo más, estas últimas pertenecen al “mundo de la cultura” pues es el propio Ministerio de Educación, Cultura y Deporte el que regula este tipo de cine y lo fomenta y subvenciona muchas veces de manera directa y otras simplemente aplicando un tipo reducido de IVA del 4%.
¡Basta ya de doble moral! Por un lado criminalizar a los quieren dignificar su trabajo fundando un sindicato que les permita exigir sus prestaciones como contribuyentes y por otro fomentando de manera directa la prostitución con subvenciones a supuestos artistas que como son de “LaPeña” “LaPiedra” “ElPedrusco” o “ElPeñasco”, vaya usted a saber, gozan de todos los privilegios. No consiento que con mi dinero alguien saque beneficio prostituyéndose y menos aún que –si las imágenes no engañan– disfruten haciéndolo…
Por eso Sra. Ministra se equivoca usted diciendo que se la han “colado por la escuadra”. (Por cierto, dentro del catálogo de maneras de colarla en el mundo que usted promociona todavía “por la escuadra” –y mire que hay cosas raras…– no figura, pero todo se andará). La que se ha colado es usted criminalizando a un sector que usted considera diferente. Tal vez no lo sea tanto. La política tiene parecidos razonables con otras muchas actividades.
Nada me gustaría más que el hoy insulto de “puta” deje de serlo. Y si a alguien se le ocurre se le pueda contestar: Si, puta. Pero a mucha honra. Pago mis impuestos. ¿Y Usted?