El Conde de Floridablanca, “primer ministro” de Carlos III, fue al final de su vida, brevemente y por ausencia del Rey durante la Guerra de Independencia, el primer “Jefe de Estado” de la Nación española, como Presidente de la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino (España e Indias), constituida en Aranjuez el 25 de Septiembre de 1808.
El historiador y analista de política internacional Florentino Portero (y yo le apoyé) propuso el nombre Floridablanca – por su simbolismo como título del adalid de una aristocracia del mérito, moderna y reformista– para una asociación académica universitaria que fundamos y tuve el honor de presidir en 2012-2014, posteriormente transformada en una asociación, club o red política liberal-conservadora, desde 2014 hasta hoy mismo, dirigida hábilmente por Isabel Benjumea.
Sin dramatismos y salvando las distancias, como en 1808 España vive hoy en cierto modo un momento “Floridablanca” en defensa de la Nación y la Libertad.
En una de las primeras reuniones (durante una cena en el Centro Riojano de Madrid, calle Serrano, número 25) en 2014 del Consejo Asesor con el joven equipo de directivos de Floridablanca –en total apenas una veintena de personas– me permití hacer algunas sugerencias que, sin embargo, cayeron en oídos sordos si no hostiles de parte de algunos consejeros, veteranos militantes de UCD y del PP. En primer lugar sugerí la conveniencia de invitar a Albert Rivera, líder de Ciudadanos, a un coloquio (o “café”, como se denominaban los encuentros). La idea fue rechazada por la casi totalidad de los asistentes, como fue rechazada también otra sugerencia de invitar al ex ministro del PP Jaime Mayor Oreja (en este caso por la oposición casi histérica de uno de los consejeros, cosa que no entendí en absoluto). Asimismo fue ignorada con algún comentario despectivo por otro senior consejero mi propuesta de debatir el fenómeno de las elecciones primarias (según la tradición de la democracia americana) que, en aquel momento comenzaba a suscitar cierto interés y plantearse en algunos partidos europeos (PSF) y españoles (PSOE).
Sin darle mayor importancia, sí fui consciente o tuve la percepción de que si no la totalidad sí la mayoría del grupo asistente en aquella reunión fundacional tenían, pese al talante crítico, un digamos “espíritu partidista” o cierta lealtad básica respecto al PP, que los hacía susceptibles de contagio “partitocrático”. Probablemente yo lo noté más porque era el único que no había pertenecido ni votado al PP (desde la época de UCD y CDS me había abstenido en todas las elecciones).
No pretendo ser demasiado crítico, y la verdad es que en la práctica, pese a ciertas actitudes individuales, Floridablanca ha sido un modelo de pluralismo en los encuentros que ha organizado hasta el presente. Aunque yo no he asistido a todos por encontrarme muchas veces ausente de España, sí he podido ver la participación de personalidades políticas del amplio espectro de centro-derecha o liberal-conservador tan diversas como Javier Rupérez, Florentino Portero, José María Marco, Tom Burns Marañón, Alejandro Antonio Chafuen, Eugenio Nasarre, Esperanza Aguirre, María San Gil, Santiago Abascal, Hermann Tertsch, Carlos Cuesta, Carmelo Jordá, Alejo Vidal-Quadras, Miguel Ángel Cortés, Regino García-Badell, etc.
Tras la crisis/catarsis de la moción de censura contra el PP de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, el ex presidente Aznar ha invocado con razón la necesidad de refundar el PP y reconstruir el Centro-Derecha. Yo creo que lo segundo es más importante y urgente que lo primero.
Mi memoria me ha devuelto a la escena de la reunión inicial de Floridablanca, antes mencionada, en la que apoyé sin éxito la invitación a personalidades políticas como Albert Rivera y Jaime Mayor Oreja. En los últimos meses o años he defendido la necesidad de construir una gran coalición democrática de centro-derecha del PP con partidos como Ciudadanos, Vox y otros, sin excluir asociaciones y clubes liberal-conservadores como la propia Floridablanca.
Asimismo considero fundamental que en tal construcción o reconstrucción del Centro-Derecha se asuma como cuestión prioritaria una crítica de la partitocracia, conditio sine qua non de una crítica en profundidad de la corrupción, ya que ésta ha ido unida principalmente al problema de la financiación de los partidos. Al mismo tiempo es preciso reconocer que sin elecciones primarias genuinas, es decir limpias y democráticas, no es posible extirpar las estructuras partitocráticas y corruptas.
El club/red Floridablanca tiene ahora la oportunidad –yo incluso diría la obligación- de convocar una mesa redonda, un simposium, o una Convención Democrática para discutir y analizar estos problemas y la posibilidad de una gran coalición de la mayoría silenciosa/mayoría concurrente, del Centro-Derecha en España.
Otros artículos del autor relacionados con el proyecto/momento “Floridablanca”:
“El Proyecto Floridablanca” (Floridablanca, Enero, 2015)
“Pequeña historia del Proyecto Floridablanca” (La Crítica, 12 de Julio, 2016).
“La batalla de las ideas por la hegemonía” (La Crítica, 18 de Julio, 2016). Este ensayo fue seleccionado por la revista colombiana Cronopio (Febrero, 2017) en la categoría .
“España manca” (La Crítica, 3 de Junio, 2017).
“CDCD (wishful thinking)” (La Crítica, 27 de Diciembre 2017)
“¿Fin del Bipartidismo?” (La Crítica, 3 de Mayo, 2018).
“El fenómeno político Ciudadanos” (La Crítica, 15 de Mayo, 2018).
“Bienio Rojo” (La Crítica, 3 de Junio, 2018).