Lejos queda ya la convicción de una mayoría del pueblo catalán y de otra mayoría -mayor si cabe que la de los catalanes- de españoles de que estaba encauzado y en vías de solución el riesgo inminente de ruptura de España.
Las pocas jornadas transcurridas desde el cambio de Gobierno en Madrid, y los mensajes y actuaciones de los nuevos mandatarios españoles, hacen la nueva situación aparecer, al menos, sorprendente. Hemos pasado de los movimientos precavidos del "presidente" Quim, por si las mosmas la justicia, a verle hacer sonar la caracola con descaro y prepotencia convencido de que en ningún caso acudirá a su reclamo el "Señor de las moscas", sino todo lo contrario.
Vuelta a empezar en una historia sin fin que, por el momento, barre la esperanza de millones de catalanes de vivir su vida con dignidad y en consonancia con lo que también son: españoles.