Eladio Baldovín Ruiz

Siempre que pasa igual, sucede lo mismo

Proclamación de la República catalana. 1934. Foto: El Nacional.Cat

CATALUÑA IRREDENTA...

12 JUNIO 2018

Eladio Baldovín Ruiz | Martes 12 de junio de 2018
Las manifestaciones del nuevo Gobierno autonómico de Cataluña hacen prever que la tragicómica situación continuará...

... Desconozco si se agravará o no, pero seguro que se repetirá; siendo lo más grave que, como toda epidemia, se está contagiando. Baleares y Valencia siguen sus pasos con el conflicto lingüístico en la enseñanza. Que es donde radica la fuerza de los separatistas, junto con el victimismo, alimentados por la pasividad o ineptitud de los poderes del Estado español.

Hace más de ochenta años, la prensa ya denunciaba esta situación, cuando de forma clara exponía los errores de los políticos. Se equivocaba el presidente del Consejo de Ministros Azaña, cuando decía que la República tenía el compromiso de resolver el problema de Cataluña. Acertaba D. José Ortega y Gasset cuando declaraba que el problema catalán planteado en el terreno del nacionalismo particularista, no tenía solución. Se equivocó Marcelino Domingo cuando afirmó que “nunca había sido Cataluña tan española como ahora” y las elecciones demostraron que nunca los partidos políticos catalanes se habían sentido más antiespañoles. Se equivocó Lerroux cuando creía que el cuerpo electoral de Cataluña respondería al llamamiento de patriotismo español; se equivocaba también al creer que le apoyarían aragoneses, valencianos, murcianos, castellanos, todos españoles que sin ser catalanes vivían en Cataluña. No respondieron a su llamamiento, la mayor parte, según declaraciones de Companys, se quedaron en casa.

Los catalanes y no catalanes que sentían en Cataluña el patriotismo español estaban acostumbrados a verse siempre huérfanos de todo apoyo y de toda protección, “Hace falta ser un héroe para ser anticatalanista”. Si los españoles sin ideas separatistas querían vivir tranquilos no tenían más remedio que someterse o abstenerse de toda actuación política. Hágasen cuenta que viven en el extranjero, sin protección diplomática, no consular.

Un periódico catalanista explicaba los deberes de los residentes no catalanes: No hay hermandad ni confraternidad cuando no existe un deseo de congraciarse con el espíritu de acogida y hospitalidad. Comprendemos la nostalgia y la fidelidad a la nación nativa, pero como se han establecido en Cataluña, ellos deben ser los que han de catalanizarse; y ellos los que han de aprender nuestra lengua. Muchos lo han entendido y lo practican, lo que se obstinan en lo contrario han recibido su castigo, el pueblo se ha opuesto a sus pretensiones. El porvenir de los aragoneses, castellanos, etc. que viven en Cataluña está bien claro, se catalanizan o se van.

Se decía: “la cuestión del idioma era un problema sentimental para los catalanes”. Conforme “Pero, es que para los españoles no es un problema sentimental también presenciar que unas Cortes den tanto género de facilidades para que el idioma español sea arrojado a patadas del territorio catalán”.

Hay, sin embargo, una diferencia en el modo con que reaccionan catalanistas y españolistas ante el problema de la lengua. Los catalanistas defienden el catalán como único idioma oficial de Cataluña, porque creen que la nacionalidad tiene su principal aglutinante en la lengua y todo lo que sea disminuir, alejar y suprimir el castellano, dejando solo al catalán imperialista y dominante (nosaltres sols) es asegurar el triunfo de la nación catalana. Los catalanistas no pueden enjuiciar el problema con serenidad, porque sufren una obsesión verdaderamente perturbadora, la de creer que la nación es la lengua y que el día que los catalanes sólo hablen catalán, serán sólo catalanes y habrán dejado de ser españoles.

Con la batalla que presentaban los nacionalistas en la cuestión del idioma coincidían hechos significativos. El Colegio de Abogados de Barcelona anunciaba un concurso para la creación de un vocabulario judicial para sustituir al castellano. A la vez, según decía El debate: “Se trabaja intensamente para lograr, con vistas a la enseñanza universitaria, un léxico científico totalmente nuevo para figurar en los libros de texto catalanes y que ha empezado a usarse en este curso, principalmente en la facultad de Medicina”. “Cuando los notarios, funcionarios de la Magistratura, aspirantes a empleos administrativos, como han de ser sometidos a un examen de idioma catalán, hallarán una barrera para entrar en los dominios de Maciá”. Por su parte, el ayuntamiento de Barcelona proponía que queden exentos de toda clase de tributos municipales las reparaciones de fachadas, en cualquier clase de establecimientos, cuando se trate de rótulos en lengua catalana

Maciá siguía llevando la batuta del movimiento catalanista, no renunciaba al viejo programa separatista del Estat catalá, los catalanes no son más que catalanes y no les interesa ser españoles. El periódico Excelsior publicó un artículo en francés para los catalanes en París. En él, se expresaba como un jefe de Estado y quería dar en Francia la sensación de que los catalanes pertenecen a una nación distinta de España. Se podía comparar el escrito con los que aparecían en los periódicos españoles redactados por los embajadores y cónsules de las naciones extranjeras, redactados en alemán, francés, italiano, etc. dirigidos a sus paisanos. Maciá no redactó el escrito en catalán, porque quería producir efecto en el pueblo francés, el cual no se interesaría por esta escrito en catalán. Pero redactó en escrito en francés, para que “se enteren en Francia que los catalanes no son españoles”.

Ya en aquellos tiempos el victimismo alcanzó un alto nivel. Cuando ya no tenían más argumentos para quienes impugnan el pretendido nacionalismo catalán, acudían sus defensores a la trivialidad de recordar “La Marcha de Cádiz”, diciendo “no queremos ser esclavos”. “Apenas si hay mitin, reuniones públicas o visita oficial a los pueblos de Cataluña, que no se exprese ese concepto de manera más o menos velada”.

L´Opinió, órgano de la Esquerra, en un artículo, afirmaba que “Cataluña no quiere ser una colonia y no será”, “Una autonomía que el Gobierno de Madrid puede suspender a cada paso, no sería un régimen de libertad, sino una nueva forma de esclavitud”.

El Socialista publicó, bajo grandes titulares el artículo “Ya somos libres”: “Así dicen que exclamó el faraónico sentimental presidente de la Generalidad catalana al conocer el resultado sobre el Estatuto, que van a someter a la aprobación de las Cortes Ya somos libres. Pero ¿es que antes eran esclavos?, ¿Esclavos de que y de quién? Estamos ya fatigados de oír hablar de que Cataluña es esclava de Castilla, cuando se pueden amontonar los hechos en demostración de lo contrario. Ha faltado siempre dinero para toda España, menos para Cataluña. Sus políticos han arrancado siempre al país lo que han querido. Y después de que todos hemos estado sacrificados para hacer florecientes sus industrias, aún se nos acusa de victimarios. Esto es verdaderamente doloroso”.

Curiosamente, los que se sentían esclavos, unos años antes se habían opuesto a la emancipación de los que padecían esclavitud real y verdadera en Cuba y Puerto Rico, que solicitaron expresamente que no fuera abolida. Las corporaciones económicas de Barcelona se opusieron oficialmente a que fuera abolida en el territorio de España, como figura en el diario de las Cortes.

Los catalanes habían dejado de ser esclavos, según los textos de Maciá. Cuando de un siglo a esta parte la política económica de España estaba amoldada a las necesidades de Cataluña. A pesar de quienes llegaron a felicitar a Abd-el-Krim por el desastre de Annual y la carnicería de Monte-Arruit o el poeta que describe que los catalanes no somos, ni hemos sido, ni queremos ser españoles.

“La libertad que nos ha llegado, tendremos pan blando y trabajo fácil y bien retribuido, Esto podrá ser porque ahora vamos a trabajar para nosotros y no para los demás”, como dijo Maciá. “Eso de trabajar para el resto de los españoles y nosotros pobres y en ayunas se ha acabado. En adelante el gañán de Castilla, Andalucía o de donde sea, si quiere comer se lo habrá de ganar. De Cataluña no les va a llegar el maná”.

Recuerda algo estos comentarios de hace ocho decenios. Los estamos presenciando y los presenciaremos, ¡Que le vamos hacer!