FUERZAS ARMADAS 2050. PROSPECTIVA

Futuras operaciones de la Armada en 2035/50

El portaviones español "Príncipe de Asturias"

21 FEBRERO 2018

José Mª Treviño Ruiz | Miércoles 21 de febrero de 2018
Después de leer el ambicioso título de este artículo, el lector podría preguntarse si el autor posee alguna bola de cristal, que le permita hacer la previsión de esos 15 años...

INTRODUCCIÓN

Después de leer el ambicioso título de este artículo, el lector podría preguntarse si el autor posee alguna bola de cristal, que le permita hacer la previsión de esos 15 años, que nos acercan a mediados del presente siglo. La respuesta es muy fácil, nada de eso, se trata de realizar un simple ejercicio de prospectiva, de la misma forma que el general Torrón, explicaba en sus doctas conferencias de la Escuela de Guerra Naval a los concurrentes de los distintos cursos de Estado Mayor. En las Líneas Generales de la Armada, promulgadas en 2017 por el Almirante Jefe de Estado Mayor, Teodoro López Calderón, se especificaba claramente que la razón de ser de la Armada no ha cambiado a lo largo de sus muchos siglos de existencia: la defensa de España y la protección de los españoles y sus legítimos intereses en y desde la mar. Para ello es necesario identificar los retos futuros y establecer unas líneas de acción apropiadas, practicables y aceptables con la previsión de los recursos necesarios para neutralizar esos retos

Partiendo de esa base, nos permitimos contemplar tres escenarios distintos de las Operaciones Navales en ese tiempo futurible. En primer lugar, atendiendo la estrategia nacional de defensa de los intereses marítimos de España, así como de su soberanía y protección de sus costas y Zona Económica Exclusiva. En segundo lugar, como miembro de pleno derecho de la Alianza Atlántica y con capacidad de proyección naval sobre tierra, algo que no todos los países miembros poseen, y por último y en el mismo sentido como nación perteneciente a la Unión Europea, pero poseyendo la tercera Armada de la Unión, tan sólo tras Francia e Italia, haciendo frente por los artículos defensivos vinculantes que ambos tratados contemplan, a un posible e hipotético enemigo que pueda atentar contra cualquier nación de la OTAN o la Unión Europea.

En ese sentido habría que contemplar las capacidades propias de la Armada en una Guerra Naval, para hacer frente a unas posibles amenazas submarina, de superficie y aérea en la mar, así como poseer la capacidad de proyectar la Fuerza Naval sobre tierra, con una Fuerza Anfibia e Infantería de Marina adecuadas, sin olvidad una Fuerza de Medidas Contra Minas (MCM), que permita limpiar las aguas y puertos españoles, así como los de nuestros aliados. Tomando como referencia la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN), documento redactado en 2017 y con una vigencia de varios años por la proa, podemos relatar como amenazas, no sólo para España, sino también para nuestro entorno europeo y me atrevería a decir que transatlántico también, el terrorismo, los conflictos armados, crimen organizado, proliferación de armas de destrucción masiva (WMD), espionaje y las ciber amenazas. Pero la ESN, además de esas amenazas generales, en lo que pueda afectar a las Operaciones Navales, contempla una posible vulnerabilidad del espacio marítimo, dado la gran importancia de este medio para España, nación eminentemente oceánica y dependiente de los recursos que vienen por sus líneas marítimas de comunicaciones (SLOC), recursos tanto comerciales como energéticos además de la pesca. En un ámbito geográfico, que podríamos considerar ligado al Mediterráneo, Atlántico Norte, Cuerno de África y Golfo de Guinea, cabe destacar, además de un ataque en la mar por una tercera nación a las costas y buques españoles, el fenómeno de la piratería, el terrorismo contra cualquier buque español e instalaciones costeras, tráficos ilícitos de personas y cosas, destrucción del patrimonio subacuático y explotación abusiva de los caladeros de pesca españoles. Por todo ello la Armada deberá poseer los medios navales para hacer frente a todas esas amenazas, bien como actor principal o bien en apoyo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en lo que se refiere al terrorismo y tráficos ilícitos. Y en este campo es cuando sale a relucir la imperante necesidad de un Programa Naval actual que garantice el Objetivo de Fuerza entre los años 2035 y 2050, período en que prácticamente ninguna de las unidades actualmente existentes, estará operativa a su finalización. Así de las 11 fragatas de la Flota, las seis de la clase Santa María, deberán ser reemplazadas por las de la Serie F-110 en la próxima década, si bien aún no hay una orden de ejecución. Otro tanto ocurrirá con las 5 fragatas clase Alvaro de Bazán, cuya primera unidad entró en servicio en 2002 y la última en 2012, por lo que ninguna de ellas llegará al 2050. De forma similar la Fuerza Anfibia, compuesta por tres buques principales, LPD Galicia (1998), LPD Castilla (2000) y LHD Juan Carlos I (2010), deberá tener en gradas sus relevos a partir de 2030 los dos primeros y de 2040 el tercero. Otro tanto ocurre con la fuerza de MCM que engloba a los 6 caza minas clase Segura, que entraron en servicio entre 1999 y 2005, con una vida útil próxima a los 30 años. Prácticamente los únicos buques de combate con los que se podrá contar en el período 2035/50 son los todavía en construcción submarinos de la Serie 80, que en número de 4 deberán entrar en servicio entre 2022 y 2028, si bien consideramos que el número de cuatro unidades es insuficiente para mantener al menos un submarino en permanencia en el Mediterráneo y otro en el Atlántico, cual centinelas y defensores ocultos en las profundidades. Para ello habría que elevar en dos los submarinos actualmente en construcción para llevar la cifra final a seis, para cumplir la regla de un submarino en operaciones, otro en tránsito/adiestramiento y un tercero en mantenimiento/descanso de la dotación. No olvidemos tampoco al Arma Aérea de la Armada, que, si bien tiene un programa para remplazar a los helicópteros de la 5ª Escuadrilla, con 50 años en sus fuselajes, de momento no hay nada previsto para reemplazar a los Harrier de la 9ª Escuadrilla, si bien se sabe que el único avión naval que podría tomar en la cubierta del Juan Carlos I, es el norteamericano F-35B, versión utilizada por el Cuerpo de marines en los buques anfibios. El Cuerpo de Infantería de Marina, necesitará nuevos vehículos anfibios AAV, un sustituto a sus carros de combate M-60 y por supuesto ampliar el número de vehículos de combate 8x8 MOWAG Piraña y el reemplazo de sus vehículos ligeros tipo Hummer, entre otros.

Como conclusión a todo lo anterior, vemos que las operaciones previsibles para el período de tiempo 2035/2050, no difieren en mucho de las actuales, lo realmente preocupante es saber si dentro de 17 años la Armada Española podrá tener las mismas capacidades operativas que las actuales, y eso sólo será posible con la consecución de un completo Programa Naval, similar al Plan Altamar de 1990, que fue capaz de dotar a la Flota de las unidades que hoy navegan con el pabellón rojigualda.