Manuel Pastor Martínez

Trump: un presidente excepcional en una democracia excepcional

Angela Merkel y Donald Trump

12 ENERO 2018

Manuel Pastor Martínez | Viernes 12 de enero de 2018
El próximo 20 de Enero, Donald Trump cumplirá el primer año de su mandato en la Casa Blanca. Durante este tiempo ha demostrado que es un presidente diferente, excepcional, que no es lo mismo que excelente...

El próximo 20 de Enero, Donald Trump cumplirá el primer año de su mandato en la Casa Blanca. Durante este tiempo ha demostrado que es un presidente diferente, excepcional, que no es lo mismo que excelente, aunque muchos pensamos que es lo mejor que le ha podido ocurrir a los Estados Unidos y al mundo, dada la corrupción general del Establishment y en particular del partido Demócrata. Por no hablar de su rival personal en la campaña de 2016, la siniestra Hillary Clinton (por ejemplo, teniendo en cuenta quiénes han sido algunos de sus mentores y asesores a lo largo de su carrera política, desde el radical Saul Alinski hasta el nihilista George Soros, pasando por el catalanista podemita Vicente Navarro, entre muchos otros).

Soy consciente de que no resulta popular decir esto en España, donde la histeria anti-Trump ha anegado casi todo el espectro político, incluido con muy pocas excepciones el ámbito liberal-conservador. El mejor ejemplo es el del Partido Popular, cuyos dirigentes (desde el sector “liberal-progre” con García Margallo, González Pons, Maroto, etc… hasta el “liberal-conservador” con González Terol, Fernández-Lasquetty, Esperanza Aguirre, etc.) se manifestaron clara y rotundamente a favor de Ms. Clinton contra Mr. Trump. Los presuntos liberales de Ciudadanos (Albert Rivera) y en los medios de comunicación (Federico Jiménez Losantos, Carlos Alberto Montaner, P. J. Ramírez, Eduardo Inda, Antonio Jiménez, etc.), otro tanto de lo mismo. Por supuesto, los “liberales oficiales” tipo Antonio Garrigues Walker, manteniendo su consabida impostura apoyaron, como siempre han hecho desde los Kennedys hasta Obama, a la candidata Demócrata.

El semanario TIME en Diciembre de 2016 ya situó a Donald Trump en el número 1 del ranking “Person of the Year”. En la edición de Diciembre de 2017 el presidente americano sigue destacado en el número 2 del mismo ranking “Person of the Year” (TIME, December 18, 2017), ocupando esta vez el número 1 el colectivo –mayoritariamente de mujeres- “The Silence Breakers” que denunciaron los acosos sexuales. Coincide este ranking exactamente en las dos primeras posiciones con el resultado de la encuesta anual entre editores y directores de noticias en los Estados Unidos sobre las Top News elaborada por The Associated Press: “1. Sexual misconduct (…) 2. Trump-first year (…), etc.” (David Crary, de The Associated Press, December 27, 2017).

Fue Alexis de Tocqueville quien utilizó por primera vez la expresión “excepcionalismo” referida a la cultura política de la democracia americana, y otros notables intelectuales europeos (liberales como Frédéric Bastiat, o comunistas como Karl Marx) asumieron tal percepción. Sin embargo el anti-americanismo en sus diversas formas se extenderá como una pandemia durante los siglos XX y XXI.

Creo que fui el primero en España en postular la posibilidad del triunfo de Trump (en una entrevista en La Razón, Marzo de 2016), especialmente porque observé atentamente los apoyos progresivos que recibía de importantes sectores del movimiento Tea Party y de políticos y analistas políticos que yo admiraba (con algunas excepciones, como Charles Krauthammer y casi todos los comentaristas de National Review, que nunca simpatizaron con Trump).

Trump, sin duda, es un presidente algo “bocazas” como lo fueron Teddy Roosevelt (Republicano) y Harry Truman (Demócrata), dos de los presidentes sin embargo mejor valorados del siglo XX. Como Trump, fueron patriotas americanos que hicieron compatible el nacionalismo con el atlantismo; anti-terroristas y anti-comunistas; detractores del anti-semitismo y defensores del Estado de Israel (en la idea y en la realidad). Donald Trump encarna lo que Steve Hilton viene llamando “The Next Revolution” y que un servidor ha descrito hace tiempo como un populismo positivo, liberal y anti-elitista, muy diferente del populismo convencional de izquierdas, estatista y anti-capitalista.

Pese a las predicciones erróneas de casi todos los medios, e incluso “cerebros” de las encuestas como Nate Silver, Donald Trump ganó limpiamente las elecciones de 2016: las primarias frente a otros 17 candidatos de su propio partido, y las finales frente a Hillary Clinton. Según el sistema federalista-constitucional del Colegio Electoral, con 304 votos electorales (en 30 Estados) contra 227 de su rival (en 20 Estados y DC).

He mencionado el importante apoyo -con algunas excepciones- que recibió del Tea Party, y algunos gobernadores y congresistas simpatizantes de este movimiento (Mike Pence, Rick Perry, Mike Pompeo, Jeff Sessions, Tom Cotton, … incluso su rival en las primarias –y mi favorito entonces- el reticente Ted Cruz). Junto a ellos dos periodistas agresivos que han tenido un impacto popular durante la campaña y el primer año en la Casa Blanca: Sean Hannity (de Fox News) en los sectores conservadores de las clases medias, y el ahora polémico -y aparentemente desquiciado- Steve Bannon (de Breibart News) en los sectores populistas de la clase trabajadora (las relaciones del presidente con Bannon, según noticias recientes, parece que se han roto de manera irreversible, Trump ha denunciado también a los “Fake Books” que divulgan sus falsedades y Breibart lo ha despedido). Para mí es asimismo notable y significativo que las mujeres que más admiro en la política americana también han apoyado firmemente a Trump: Sarah Palin, Nikki Haley, Michele Bachmann, Mary Ann Conway, Ann Coulter, Laura Ingraham…

Pero sobre todo quiero destacar el aval de dos políticos que he admirado durante muchos años y que en el pasado fueron también candidatos presidenciales: Pat Buchanan y Newt Gingrich. Buchanan, importante colaborador en las administraciones de Nixon y de Reagan, es uno de los ideólogos más brillantes del populismo liberal-conservador americano desde los años 1960s, candidato republicano en las primarias de 1992 y candidato del Reform Party en el 2000. En Agosto de 1968, en unas notas para Richard Nixon, inventó la famosa expresión “Silent Mayority”, y en 1992 la no menos famosa “Cultural War” en la Convención Republicana. Buchanan ha sido un claro precursor intelectual del populismo liberal-conservador del Tea Party y del Trumpismo.

Newt Gingrich (durante dos años, 2010-2012, junto a Alberto Acereda fui colaborador de su revista digital The Americano.com), fue Speaker del Congreso en 1995-1999, y asimismo candidato presidencial republicano en las primarias de 2012. Actualmente es embajador-consorte en el Vaticano, y virtualmente Gran Embajador en Europa de la diplomacia pública de los Estados Unidos, además de agudo analista político habitual – igual que Buchanan- en Townhall.com.

Sumariamente, en solo un año el presidente Trump ha conseguido:

  • Una mayoría conservadora en la Corte Suprema.
  • Destitución del idiota corrupto director del FBI James Comey.
  • Protección de las fronteras y limitación severa de la inmigración ilegal.
  • Reducción significativa de las regulaciones e inicio de una estrategia de deconstrucción del “Obamacare”, el “Administrative State” y el “Deep State”.
  • Abandono de la Corrección Política y crítica de las mentiras o manipulaciones en los medios de comunicación progresistas.
  • Apoyo a Israel y traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén.
  • Rebaja espectacular de los impuestos y notable crecimiento económico.
  • Doctrina de Seguridad Nacional anulando la desastrosa de Obama e inicio de una plausible derrota del Estado Islámico.
  • Populismo positivo: confrontación con las élites y el Establishment, incluido el de su propio partido Republicano (con portavoces como la familia Bush, Mitt Romney y los senadores McConnell, McCain, Flake, etc.)
  • Denuncia de los errores y las corrupciones en las administraciones de Clinton, Bush Jr. y Obama.
  • Progresivo debilitamiento y parálisis del partido Demócrata.
  • Reafirmación del liderazgo americano en el mundo libre, frente al anti-americanismo y anti-sionismo en la ONU y en la UNESCO.
  • Observando el día a día en la opinión pública de la América profunda y en el seno de las clases medias (la Gran Mayoría Silenciosa), me atrevo a hacer dos predicciones, si las cosas no cambian radicalmente o de manera dramática en el mundo por algún acontecimiento inesperado: primera, Trump no dimitirá ni será sometido a un impeachment. Y segunda, Trump volverá a ganar cómodamente su segundo mandato en las elecciones presidenciales de 2020.

    Podríamos resumir en tres frases suyas este primer año de Trump: “Fake News”, “No collusion”, y por supuesto “Make America Great Again”. En todas las Américas, en Europa y en el resto del mundo los radicales y progres de las izquierdas (asimismo algunos demoliberales y democristianos de las derechas, adeptos a la partitocracia y al Establishment), pese a los esfuerzos de los pseudo-psiquiatras por descalificar al presidente Trump, sospecho que van a seguir lamentándose y sufriendo sin consuelo.