El presente artículo no pretende ser una descripción más de lo que fue la misión de los militares españoles en Irak en los años 2003 y 2004 sino más bien el relato de algunos aspectos y hechos, quizás no bien conocidos por no haber sido difundidos correctamente o quizás utilizados con fines más o menos tendenciosos en beneficio de otras ideas o propósitos.
Lo primero que hay que aclarar es que no hubo realmente una operación militar española. Ninguna unidad militar española participó en la llamada segunda guerra de Irak, que en realidad y para muchos analistas, no fue sino la continuación de la primera. Ni un solo soldado español intervino en la misma. Es hora de que se diga claramente que nadie nos metió en esa guerra ni nadie por lo tanto nos sacó.
Si bien nuestro Gobierno apoyó políticamente la lucha armada para derrocar el régimen dictatorial de Sadam Hussein, no integró a España en la coalición militar que, liderada por Estados Unidos y el Reino Unido, efectuó las operaciones militares. Sí es verdad que se permitió el uso de las bases de utilización conjunta pero ningún avión español participó en las operaciones, ni siquiera en el mantenimiento de las zonas de exclusión aérea, decretado por la ONU en el periodo entre guerras.
El Gobierno convocó el Gabinete de Crisis y éste nombró al Secretario de Estado de la Defensa, D.Fernando Díaz Moreno como Alto Comisionado para Irak, que contó con un pequeño grupo de apoyo multidisciplinar, con personas de distintos ministerios.
Terminada la guerra, España envió militares a Irak pero, como se verá, no en misiones de combate.
Al principio de la crisis, nuestra Armada alistó al grupo de combate aeronaval por si se decidía intervenir pero finalmente nuestra ayuda se limitó al envío de un contingente de ayuda humanitaria, al mando de un contraalmirante y compuesto por un buque logístico y de desembarco, el Galicia, en el que se transportaba una compañía de Defensa NBQ, con medios para la protección y descontaminación contra estos agresivos, una compañía de Ingenieros con medios de desminado y de reparación de infraestructuras y un hospital de campaña desplegable, más una compañía de protección de Infantería de Marina. El buque disponía de un completo hospital. Con objeto de escoltar al navío se desplazó también una fragata, que al poco tiempo regresó a España por no ser necesaria su misión. Los dos buques llegaron a Unm Qsar, el puerto de Irak en el golfo Pérsico, y allí atracaron, a la espera de que se les asignara misión. Empezaron su actividad en la zona británica el día 9 de abril, justo cuando cayó Bagdad y terminó la guerra que había empezado el 20 de marzo. La compañía NBQ no actuó, salvo en reconocimientos de posibles zonas contaminadas, porque no hubo agresiones de ese tipo y por lo tanto no hubo necesidad de descontaminaciones, la de Ingenieros sí se dedicó al desescombro, desminado y reconstrucción de infraestructuras, con gran aprecio de la población civil y el hospital de campaña desplegó en un campo de prisioneros iraquíes donde prestó ayuda a los mismos y a la población civil. Como anécdota hay que reseñar que a los pocos días de la llegada de los buques, se desplazó a Kuwait, en un avión oficial español fletado para el comisionado para Irak, un equipo de RTVE en el que participaba la hoy reina de España, que se alojó en los buques durante unos días.
En varias resoluciones de las Naciones Unidas, en especial la 1483/2003 de 22 de mayo, se reconoce a Estados Unidos y al Reino Unido como “La Autoridad” y como “potencias ocupantes” con los derechos y obligaciones que el Derecho Internacional, según los convenios de Ginebra y de La Haya les otorgan. Al mismo tiempo solicita a las naciones que colaboren con ella en el restablecimiento de la estabilidad, seguridad y reconstrucción institucional y económica, enviando recursos, incluso unidades militares.
Por ello, además del grupo de ayuda humanitaria ya citado, España envía expertos a partir del día 11 de junio a la “Autoridad Provisional de la Coalición” ( CPA ), nombre con el que los americanos designan al equipo que, presidido por el embajador Paul Bremer, trata de ejercer su autoridad como potencia ocupante, incluida la reconstrucción y la ayuda humanitaria. Estaba formado por personal, fundamentalmente americano e inglés, contratado por cortos periodos de tiempo. La CPA sustituye a la ORHA que era una organización para la reconstrucción y la ayuda humanitaria pero cuya actuación no fue acompañada por el éxito y no duró más de dos meses. El Gobierno español hubiera querido una mayor implicación en las tareas de la reconstrucción y ofreció personal para cubrir puestos de expertos, primero en la ORHA y después en la CPA pero los nuestros, aunque hicieron una gran labor, no ocuparon puestos importantes y en cambio estuvieron a las órdenes de personas mucho menos competentes. Sólo el teniente general representante militar de España ante la CPA que actuó además como adjunto militar al consejero para Asuntos de Seguridad, el señor Slocomb, tuvo una cierta relevancia pero este último no pudo desarrollar medianamente sus planes ya que la situación no fue nunca la que se había previsto. Tampoco el Sr.Benzo que fue nombrado como embajador de España en misión especial para Irak pudo conseguir otro puesto que en la representación de Naciones Unidas y como enlace entre ésta y la CPA. Representación que como sabe fue atacada por los insurgentes y causó la muerte del capitan de navío español Martin Oar, adjunto al embajador.
Entre los expertos que trabajaron en la CPA, había dos militares, en la consejería de Construcción y Vivienda y un oficial de la Guardia Civil en la de Interior, más unos cinco o seis oficiales españoles en tareas de adiestramiento del nuevo Ejército Iraquí y los cuatro del equipo de apoyo al teniente general, pero ninguno en misiones de combate. Aunque su número fue variando, llegó a haber en total más 20 asesores. El Gobierno español empezó a ordenar su repliegue en diciembre del 2003, comenzando por los civiles y por el representante militar y su equipo y sucesivamente a los expertos militares que fueron definitivamente repatriados cuando lo hizo el contingente militar en abril de 2004. Es importante señalar que tanto los militares como los civiles cumplieron su misión con entusiasmo y dedicación y su labor fue muy eficaz dentro de las limitaciones e inconvenientes reseñados.
Para responder también a la llamada de las Naciones Unidas, a partir de finales de agosto, replegado el contingente de Unm Qsar, el Gobierno español decide el envío de un contingente militar, la Brigada Plus Ultra. Es esta una unidad militar terrestre de un tamaño aproximado a una brigada pero no es en absoluto una unidad de combate sino de seguridad y estabilización. Incluye un cuartel general, un grupo táctico de Infantería ligera, un escuadrón de caballería y otras unidades de apoyo, con un total de unos 1300 españoles; además se integran en ella unidades de Honduras, El Salvador, República Dominicana y Nicaragua, con unos 1200 efectivos.
La Brigada se encuadró en la recién creada Division Hispano-Polaca en cuyo cuartel general estaban destinados un general de división español como segundo jefe y un coronel, más otros oficiales de Estado Mayor y de enlace; desplegó en las zonas de Diwaniya y Najaf. Su misión era la de proporcionar seguridad en sus zonas y apoyo a la gobernanza de los destacamentos de la CPA para la reconstrucción. Sus ROE (reglas de enfrentamiento o comportamiento), dictadas por el Gobierno Español y aceptadas por la CPA, no incluían las operaciones ofensivas contra la insurgencia.
Las acciones realizadas por la Brigada son poco conocidas por la sociedad española que creyó más los manejos y versiones de los partidos políticos tratando de desacreditar al Gobierno por su pretendida participación en la guerra, en lugar de reconocer su eficaz apoyo a la seguridad, estabilización y apoyo a la reconstrucción, sin olvidar la ayuda humanitaria. Por ello es necesario y de justicia hacer un pequeño resumen.
Efectivamente lo primero que hizo fue organizar la base, Base España, incluida su defensa perimetral pues aunque no estaban allí para combatir, no se podían descartar enfrentamientos armados para rechazar ataques de elementos armados hostiles como alguna vez ocurrió. Participó en la recogida de armamento en poder de grupos irregulares iraquíes: se recogieron o confiscaron más de 350 armas ligeras y 60 pesadas, se destruyeron más de 30.000 minas, cohetes, granadas y proyectiles de varios tipos y más de 20.000 espoletas, bengalas y mas de 3.500 kilos de material diverso de explosivos.
Muy importantes fueron las medidas emprendidas para proporcionar seguridad a la población civil como fueron las patrullas a pie y en vehículos por las calles y carreteras. Por cierto que, sobre todo al principio, nuestros soldados eran recibidos con muestras de cariño y agradecimiento por la población civil. Asimismo se realizaban reconocimientos aéreos y terrestres en los principales oleoductos y líneas de alta tensión en la zona de la brigada. Llegó a localizar y desarticular algunas bandas dedicadas al sabotaje del oleoducto y robo del crudo.
Entre las acciones de escolta y seguridad, unidades de la brigada escoltaron a un convoy que transportaba la nueva moneda iraquí desde el aeropuerto de Bagdad hasta Diwaniya donde se estableció un punto de pago a personal de tropa del antiguo ejército iraquí, cosa que se realizó sin incidentes importantes, gracias al dispositivo montado por los españoles.
Sin embargo, la situación general, que ya había empeorado cuando llegó la Brigada, se iba deteriorando progresivamente y las tropas de la Coalición, a la que recordemos no pertenecía la Brigada Plus Ultra aunque colaborase con ella, realizaban operaciones contra la insurgencia y entre estas se incluyeron, como es sabido, detenciones de líderes iraquíes en la zona de responsabilidad de nuestra Brigada, especialmente en Nayaf, sin conocimiento y en contra de la opinión de los españoles que no sólo no participaron sino que incluso pidieron a los americanos que no lo hicieran porque romperían el status quo que se mantenía y sobre todo, que no bombardeasen, como pretendían, el hospital donde se alojaban francotiradores. Ello desencadena un movimiento de rebeldía de los iraquíes que hostigan y atacan los destacamentos de la Plus Ultra, que se ven obligados a defenderse empleando sus armas. Era el 4 de abril de 2004.
Los combates de Nayaf y la negativa española de realizar operaciones ofensivas causaron también problemas de entendimiento con algunos mandos y autoridades americanas que les reprocharon su pasividad, sin entender que no estaban allí para combatir salvo para repeler las agresiones si eran atacados, tal como se había acordado con ellos en la TOA (transferencia de autoridad con los términos del acuerdo) antes del despliegue de nuestro contingente.
En abril, el nuevo Gobierno socialista decide unilateralmente retirar el contingente militar y con él los expertos que quedaban, sin prevenir a la Autoridad de la Coalición con la antelación convenida
No quisiera terminar sin dedicar unas líneas a la labor realizada por los miembros del CNI (Centro Nacional de Inteligencia) que sufrieron allí la pérdida del sargento Bernal, vilmente asesinado y de siete miembros que murieron combatiendo al caer en una emboscada; a los miembros del destacamento Altair, del Ejército del Aire en Kuwait por su eficaz apoyo al transporte aéreo, al capitán de la Guardia Civil D. Gonzalo Pérez García, que estaba integrado en el contingente y que fue el único muerto por disparos enemigos y al sargento de Ingenieros D.Luis Puga Gándara, fallecido en fatal accidente.
Los militares españoles cumplieron con eficacia y disciplina las misiones que se les encomendaron. Realizaron sus tareas de ayuda humanitaria, asesoramiento, reconstrucción y seguridad y defendieron sus puestos con valor, como así se les reconoció. Si hubieran recibido la orden o autorización para emprender acciones contra la insurgencia las hubieran emprendido sin dudar pero sobre todo, aceptaron disciplinadamente lo que es más difícil para el honor de un soldado, retirarse sin combatir, abandonando sus posiciones y tareas y teniendo que pasar ante sus compañeros de otras naciones como unos cobardes. Aunque los mandos extranjeros sabían que obedecían órdenes de nivel político y no los culpaban a ellos, la imagen de España quedó muy deteriorada. Sirvan estas líneas como un sincero homenaje a todos con los que conviví y compartí nuestros esfuerzos y nuestro pesar y mi recuerdo y apoyo a los familiares de las víctimas.
LUIS FELIU ORTEGA
Teniente General (R) Ex Representante Militar de España ante la CPA.