Fernando Álvarez Balbuena

La ley del embudo en Cataluña

Junqueras y Puigdemont: los reyes del mambo catalanista

31 AGOSTO 2017

Fernando Álvarez Balbuena | Jueves 31 de agosto de 2017

He aquí la última ocurrencia de los separatistas catalanes...

...por si acaso las cosas no marcharan como esperan.



Una República independiente formada por las cuatro provincias, cuyo Jefe de Estado será el Presidente de la Generalidad. Expropiar al Estado Español de todas las inversiones realizadas en Cataluña, que pasarán a formar parte de patrimonio del nuevo Estado. Conservar todos los ciudadanos la doble nacionalidad Española y Catalana. Tres lenguas oficiales: Aranés, Catalán y Castellano y, por supuesto, todas las competencias inherentes a una nueva administración-soberanía que eleva sus instituciones autonómicas a parlamento, ministerios, tribunales y a todo cuando constituye el aparato de un Estado que, además, pretende ser reconocido internacionalmente como miembro de pleno derecho de Naciones Unidas y de la Unión Europea.

No se puede pedir más, salvo que se le reconozca también como potencia nuclear si es capaz de fabricar bombas atómicas, y perdonen Vds. esta pequeña broma pero, pese a quien pese, es un sinsentido tan grande como los anteriormente descritos.

Yo me atrevería a recordarles a los nacionalistas, aunque no les va a gustar, que Cataluña no sería nada sin España y sin lo que deben a España, que es mucho. Tanto que no cabe en el reducido espacio de un artículo de prensa, pues tendríamos que entrar en el terreno de la Historia, pero de la Historia de verdad, no de la que falsifican a diario los perversos separatistas catalanes, con afirmaciones que carecen de toda base y veracidad.

Pero para no remontarnos a tiempos tan lejanos, sí que me gustaría hacer una breve reflexión que no precisa de pruebas históricas, porque está en el conocimiento y la conciencia de todos, catalanes y no catalanes.

Es la siguiente: Cataluña y su industria, su progreso, su gran bienestar económico, su justo enriquecimiento, lo debe en enorme medida no solo a sus meritorias iniciativas y a su voluntad emprendedora, sino también, y en muy gran parte, a las decenas de miles de españoles de otras tierras que fueron a buscar allí trabajo y que se dejaron literalmente la piel fortaleciendo sus fábricas y aceptando los oficios y menesteres de los que Cataluña necesitaba.

Estos llamados despectivamente “Charnegos” fueron, si no el motor de su riqueza, si la correa de transmisión del mismo, ayudando a crear toda la prosperidad que después, con sus ventas y exportaciones a los mercados del resto de España, favoreció inmensamente su comercio, haciéndolo prácticamente dependiente del mercado nacional.

No me parece necesario insistir más en este tema, pero no me resisto a decir que, considerada sin pasión y sin animosidad, la actual postura del nacionalismo catalán, me parece simple y llanamente, más que una falta de gratitud y de solidaridad, una verdadera traición a España, que ayudó y ayuda a su prosperidad y de la que quieran o no quieran, son parte integrante y, por lo tanto necesaria, aunque ahora piensen que ya no nos necesitan…

Pero, por si acaso las cosas no marcharan como esperan, quieren como decíamos al principio, conservar la doble nacionalidad.

Es decir: ningún riesgo de perder.