Indiferencia frente a hechos trascendentes como son la progresiva separación de España de una parte importante de su territorio y de sus ciudadanos; la pérdida de libertades individuales asociada al desarrollo exponencial de la tecnología y su utilización, además de por las diferentes administraciones del Estado, por corporaciones sobre las que no se tiene ni conocimiento ni control; la discriminación positiva en tantos asuntos que hacen de la justicia una pantomima al servicio ya no se sabe de qué o de quién pero claramente en contra de la mayoría de los ciudadanos...
Hartazgo de los políticos, más que de la política, empeñados todos en excitar con su ceguera la crispación ciudadana, mostrando permanentemente su incapacidad de conciliar ni ideas ni objetivos ni procedimientos, como si la trágica confrontación y mutuo desprecio fuera una maldición, que no lo es...
Un futuro incierto, sí. Y más pronto que tarde veremos dónde nos han llevado las décadas que llevan los políticos españoles tañendo la zampoña, como el pastor Salicio, mientras los lobos han ido cercando el redil.