Pilar Riestra Mediavilla

DAVID EN LEÓN

La Crítica, 15 Junio 2017

Pilar Riestra | Jueves 15 de junio de 2017
(...) la elección de David se debe a que es el cuarto nombre masculino más numeroso en León...

La Biblia está llena de personajes a cuál más interesante. Pero, de entre todos, destacan Abrahán, Moisés y David. Y a su vez, de entre ellos, quizá David. No sólo como ejemplo del rey que quería Jehová para aquellos tiempos, sino como militar insuperable, que consiguió reunir las coronas de Israel y de Judá y constituir un pequeño imperio (primera mitad del siglo Xl a. de C.) que ya no se repitió, sino también como hábil político y diplomático, así como músico y poeta inspirado: a él se atribuyen las lamentaciones sobre Saúl y Jonatán, así como sobre Abner; un Himno, el llamado testamento de David y todo o casi todo el libro de los Salmos; sin olvidar que de su estirpe -al punto de llamarlo hijo-, descendería el Mesías, el Salvador, Jesús de Nazaret.

En efecto, se lee en el capítulo primero del Evangelio de San Lucas: “Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; y reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin.” Y en el capítulo 18: “Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando; y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. Y le dijeron que pasaba Jesús nazareno. Entonces dio voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí! Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten piedad de mí!” (el subrayado es mío).

Ya en la unción de David como Rey destaca, de manera decisiva, la intervención de Dios. He aquí como la relata el primer Libro de Samuel (únicamente reproduzco los versículos que dicen una relación directa con el tema): “Dijo Jehová a Samuel: >. Cuando llegaron los hijos de Jesé, Samuel “vio a Eliab y se dijo: . Pero Jehová respondió a Samuel: . Entonces llamó Jesé a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: . Jesé presentó a Samá. Y Samuel dijo: . E hizo pasar Jesé a sus siete hijos ante de Samuel; pero Samuel dijo a Jesé: .

Entonces Samuel preguntó a Jesé: > Y él respondió: . Y dijo Samuel a Jesé: . Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo a Samuel: . Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David”.

David entró a servir al rey Saúl, porque éste debía de padecer algunas alteraciones profundas del ánimo y David avisado, “David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor,…”. También como guerrero entró a formar parte de la corte de Saúl. La razón fue la de vencer a Goliat. De nuevo aquí aparece la intervención divina por la diferencia de fuerzas, de experiencia en el combate, de armas y de armadura de protección (reproduzco únicamente los versículos que dicen relación directa con el tema):

“Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim. También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos. Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos.

Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce. Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él. Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo…

Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?... Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.

Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 48 Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”…

David, entonces, tomó como esposa a Micol, la hija de Saúl, pero la popularidad de David se hizo tan grande que Saúl decidió matarlo y David se salvó gracias a su esposa, Micol. Tras una serie de avatares David venció y perdonó la vida a Saúl y se mostró generoso con su familia, llegando a fundar la nación israelita unida e independiente.

Ahora bien, David fue uno de los mayores pecadores de la Biblia: cometió adulterio y homicidio (quizá asesinato por concurrir, posiblemente, las agravantes de premeditación y alevosía): “ Y al atardecer David se levantó de su lecho y se paseaba por el terrado de la casa del rey, y desde el terrado vio a una mujer que se estaba bañando; y la mujer era de aspecto muy hermoso. David mandó a preguntar acerca de aquella mujer. Y alguien dijo: ¿No es ésta Betsabé, hija de Eliam, mujer de Urías el hitita? David envió mensajeros y la tomó; y cuando ella vino a él, él durmió con ella. Después que ella se purificó de su inmundicia, regresó a su casa. Y la mujer concibió; y envió aviso a David, diciendo: Estoy encinta… Y aconteció a la mañana siguiente que David escribió una carta a Joab, y la envió por mano de Urías. En la carta había escrito: Poned a Urías al frente de la batalla más reñida y retiraos de él, para que sea herido y muera”. Y así ocurrió. “Al oír la mujer de Urías que su marido Urías había muerto, hizo duelo por su marido. Cuando pasó el luto, David mandó traerla a su casa, y ella fue su mujer; y le dio a luz un hijo. Pero lo que David había hecho fue malo a los ojos del Señor”.

La apasionante historia de David continúa con las intrigas familiares –la rebelión y muerte de su hijo Absalón, entre otras- y palaciegas, pero en mérito a la brevedad, quede aquí que la elección de David se debe a que es el cuarto nombre masculino más numeroso en León. Es cierto que existen otros santos que se llamaron David, pero pienso que en León, todos o casi todos, celebrarán su onomástica el 29 de diciembre, el dies natalis del que fue insigne rey, profeta, militar, político, diplomático, poeta, músico, pecador, arrepentido y, sobre todo, religioso que demostró con obras su amor y veneración a Dios y a los hombres: el Rey David.

Pilar Riestra